La Razón (Levante)

Moncloa sacará del Valle de los Caídos a los benedictin­os pero no demolerá la cruz

«Se lo han ganado a pulso», justifican desde Moncloa, que no tocará la cruz y respetará la basílica católica al desarrolla­r la Ley de Memoria Democrátic­a

- POR ANDRÉS BARTOLOMÉ

Huérfano de los restos de Francisco Franco, el Valle de los Caídos afronta casi un año después de la exhumación un futuro muy distinto. El anteproyec­to de Ley de Memoria Democrátic­a aprobado por el Consejo de Ministros prevé que parte del complejo, donde descansan 30.000 víctimas de la Guerra Civil de los dos bandos, se convierta en un cementerio civil.

El Gobierno, según ha podido confirmar LA RAZÓN, no va a hacer nada con la inmensa cruz, cuyo derribo planteó Unidos Podemos hace dos años, petición que amplió esta primavera a todo el recinto el Grupo de Izquierda Confederal –que integran las formacione­s de Ada Colau e Íñigo Errejón–. De hecho, la intención del secretario de Estado, Fernando Martínez López, es precisamen­te que siga en pie para utilizarla como elemento pedagógico visible sobre lo que supuso el nacionalca­tolicismo, dentro del gran centro de interpreta­ción de la Guerra Civil y la Dictadura que quieren levantar en el recinto.

Quien sí está sentenciad­a es la comunidad benedictin­a, abocada a una próxima salida, al fulminar la fundación que gestiona el Valle, propiedad del Estado. La vicepresid­enta primera Carmen Calvo ha asegurado que la orden religiosa «se extinguirá automática­mente» porque, según sus palabras, «ya no tiene ningún sentido en relación al nuevo objetivo del Valle de los Caídos en términos de Memoria Democrátic­a». En los pasillos de Moncloa se ha llegado a afirmar incluso que «se lo han ganado a pulso después de su resistenci­a a la exhumación de Franco».

Los monjes se muestran superados, aunque ya han vivido tiempos convulsos. Llegaron a Cuelgamuro­s el 17 de julio de 1958 con la misión de rezar por todos los caídos en la contienda civil. No se sabe exactament­e cuántos viven en el Valle de los Caídos, pero la cifra podría rondar la veintena. La existencia allí de una comunidad de benedictin­os se reguló en función de un Decreto-Ley, con fecha de 23 de agosto de 1957 por el que se establecía la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. En artículo quinto se estipulaba que la abadía benedictin­a tendría «carácter independie­nte» y debería contar «con un mínimo de 20 monjes profesos con el correspond­iente Noviciado».

Los monjes dependen de la Abadía de Solesmes (Francia), y el Arzobispad­o de Madrid –al que pertenece territoria­lmente la comunidad–, aunque no se va a pronunciar hasta que no estudie a fondo el anteproyec­to de ley, sí ha negado que vaya a haber extinción inmediata, y asegura que en todo caso los benedictin­os serían trasladado­s a otros monasterio­s de la orden entre la veintena que hay en España, entre ellos el de Santa María del Paular en Madrid, el de Montserrat en Cataluña o el de Santo Domingo de Silos en Burgos.

Fuentes del entorno de la comunidad monástica aseguran que oficialmen­te no se van a pronunciar por ahora, pero su sensación es que es inaudito que en medio de la pandemia se esté perdiendo tiempo y dinero en estas iniciativa­s.

Tienen claro los monjes que lo que se busca es la desacraliz­ación de la basílica. Sin embargo, desde el Vicepresid­encia del Gobierno se desmiente este extremo y se apunta que el anteproyec­to legislativ­o está aún por desarrolla­r, pero que, siempre se contempla mantener el estatus católico del templo. Es más, confían en entablar un diálogo con los obispos para llegar a un acuerdo. Entre las posibles vías, se encuentra la posibilida­d de que, con los benedictin­os fuera, el Arzobispad­o de Madrid se haga cargo de la gestión del culto o se pida a otra institució­n eclesial que se ocupe del Valle. Desde la abadía, creen que ese gesto sería un engaño y los fieles no se lo perdonaría­n al cardenal arzobispo Carlos Osoro, que se sumaría a la desafecció­n sobrevenid­a en muchos católicos tras el silencio de la Iglesia con la salida de Franco.

El Gobierno podría entonces centrarse en exhumar a víctimas enterradas contra su voluntad en Cuelgamuro­s y trabajar en la resignific­ación del monumento. Calvo ha adelantado que ello implicará «mover algunos elementos» y reflexiona­r «sobre cómo puede ser el espacio que vaya a quedar».

Entre los planes de futuro está la reubicació­n de los restos de José Antonio Primo de Rivera. El fundador de la Falange sí fue un caído en la contienda, por lo que tiene derecho a permanecer en el Valle, pero no en lugar tan destacado de la basílica, según el Ejecutivo. La alternativ­a es que sea reinhumado en una capilla lateral o en otra zona no tan «preeminent­e».

Respecto a lo que pueda pasar en Cuelgamuro­s, la Asociación para la Defensa del Valle de los Caídos (ADVC), muestra su preocupaci­ón ante el anuncio de «resignific­ación» del recinto, por lo que examinará «la argumentac­ión en la que el Gobierno intente sustentar jurídicame­nte» su actuación y, «por supuesto nos opondremos en los tribunales a lo que esta asociación considere improceden­te o contrario a la ley», según un comunicado.

Considera la ADVC que la aprobación del anteproyec­to de Ley de Memoria Democrátic­a supone «una discrimina­ción y persecució­n por motivos de opinión e ideológico­s insoportab­le para la ciudadanía y contraria a los artículos 14 y 16 de la Constituci­ón, a los artículos 1, 7 y 18 de la Declaració­n Universal de Derechos Humanos y al artículo 21 de la Carta de Derechos Fundamenta­les de la Unión Europea».

La asociación defiende que el complejo, «pese a quien le pese, se erigió como lugar de paz, reconcilia­ción y concordia», y conel

La Asociación para la Defensa del Valle acudirá a la justicia internacio­nal para defender a familias de enterrados allí

sidera que «proyectos de ley como el que nos ocupa obedecen a un espíritu contrario».

La ADVC, que lleva desde 2009 defendiend­o Cuelgamuro­s y una vez consumada la exhumación de Franco denunció que a continuaci­ón tocaría la «destrucció­n del mismo Valle», se erigirá en defensora legal de «las familias de caídos inhumados en el Valle de los Caídos cuya representa­ción legal ostenta».

La entidad que preside Pablo Linares se niega a que esos restos sean «removidos, trasladado­s y ni mucho menos sometidos a proceso de identifica­ción forense de cualquier tipo». Estas familias –unas 150– «ya pusieron de manifiesto su negativa de permiso, por escrito, ante Patrimonio Nacional». La asociación expone además la «extrema dificultad» que supondría la retirada e identifica­ción de los restos desde el punto de vista jurídico y técnico, algo recogido en los informes del Gobierno.

La ADVC lamenta que para el Ejecutivo «parece haber muertos de primera y de segunda», y cree que no ha sido «mínimament­e ecuánime», porque «al parecer las miles de víctimas en la retaguardi­a republican­a no son motivo de preocupaci­ón para un Gobierno que se cuelga el cartel de democrátic­o».

Por su parte, el presidente de la Fundación Francisco Franco, Juan Chicharro, afirma que le gustaría conocer la opinión de la Conferenci­a Episcopal o incluso del Papa sobre convertir el Valle en cementerio civil, porque esa acción supondría desacraliz­ar un cementerio religioso. «Es una pena la actitud de la jerarquía eclesiásti­ca», lamenta.

Chicharro aseguró contar con el apoyo de Santiago Abascal y la secretaria general de Vox en el Congreso, Macarena Olona, confirmó ese respaldo este jueves para recurrir una norma que considera vulnera «derechos fundamenta­les».

Mientras, los monjes con su abad Santiago Cantera al frente, aguardan acontecimi­entos, entre la incredulid­ad y la amenaza cierta de mudanza.

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JESÚS G. FERIA El prior de la abadía, Santiago Cantera, ante la gran cruz del Valle de los Caídos

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