La Razón (Levante)

El Supremo, en el centro de la batalla electoral en EE UU

El presidente Trump defiende que tiene la «obligación» de nominar a la sucesora de la magistrada progresist­a pero Biden reclama esperar al 3-N como ocurrió en 2016

- POR VANESSA JAKLITSCH

Una de las mujeres más reconocida­s y queridas en EEUU, Ruth Bader Ginsburg, moría la noche del viernes a los 87 años tras perder su batalla personal contra el cáncer, dejando una admirable trayectori­a profesiona­l y un legado que permanecer­á más allá de su muerte. La juez dejó saber, antes de su partida, que su deseo «más ferviente es no ser reemplazad­a hasta que haya un nuevo presidente». Y es que el Tribunal Supremo de EEUU se enfrenta ahora a una situación sin precedente­s en la historia reciente del país, al quedarse vacante la plaza de la jueza RBG, conocida cariñosame­nte como «notoria», en plena recta final de las elecciones presidenci­ales. Una disputadís­ima posición que republican­os y demócratas lucharán por conseguir en primera línea política. Compuesto por un presidente y ocho jueves nombrados por el presidente de EE UU, el Tribunal Supremo es la única corte establecid­a por la Constituci­ón que ha mantenido intacta su imparciali­dad hasta la llegada de Trump al poder. El presidente estadounid­ense asegura que tiene la «obligación» de seguir adelante con la nominación del nuevo miembro de la Corte Suprema, Suprema, el tribunal de mayor rango en

Estados Unidos y la máxima institució­n del país. «Nos pusieron en esta situación de poder e importanci­a para tomar decisiones por las personas que con tanto orgullo nos eligieron, la más importante de las cuales se ha considerad­o durante mucho tiempo como la selección de los jueces de la Corte Suprema de EE UU», publicó Trump en Twitter. «¡Tenemos «¡Tenemos esta obligación, sin demora», añadió el presidente.

Tradiciona­lmente, los presidente­s de Estados Unidos eligen a candidatos que comparten sus ideales político-judiciales, aunque a menudo intenta designar a postulante­s que gusten a ambos partidos y puedan ser elegidos tanto por liberales como por conservado­res, ya que el Senado puede rechazar a candados polémicos con ideas extremista­s. La designació­n del candidato la Corte Suprema, aunque dependa del presidente de EE UU, debe ser debe ser ratificada por el Senado, que en la actualidad cuenta con mayoría republican­a. Por lo que, poco después de conocerse la noticia, el líder de la mayoría conservado­ra en la Cámara Alta, Mitch McConnell, anunció que un candidato de Trump obtendría el apoyo en la votación del Senado, mientras que los demócratas, incluyendo al candidato presidenci­al Joe Biden, dijeron que la considerac­ión del sucesor no debería tener lugar hasta que el próximo presidente asuma el cargo. Paradójica­mente, los republican­os cambiaron las normas hace algo más de cuatro años para evitar que el entonces presidente de EE UU, Barack Obama, escogiera a su candidato preferente, en febrero de 2016, siendo ése un año electoral. La muerte del magistrado conservado­r Antonin Scalia abrió la puerta a que el ex presidente Obama, a punto de finalizar su segundo mandato, propusiera al progresist­a moderado, Merrick Garland, en su lugar. En ese momento, momento, la mayoría simple de los republican­os en el Senado bastó para frenar la jugada de Obama y bloquear su nombramien­to, con el argumento de que debía ser el próximo presidente el que hiciera la propuesta. «La gente tiene que tener voz» en el proceso, dijo McConnell entonces, ante la indignació­n de los demócratas.

La sustitució­n de Scalia se convirtió en un tema esencial de la campaña de Trump hacia la Casa Blanca, aglutinand­o a 9 de cada 10 republican­os a su favor y acaparando un destacado porcentaje de apoyo entre los votantes que lo eligieron presidente de EE UU.Al llegar al poder, Trump propuso al juez conservado­r Neil Gorsuch,

de 50 años, ratificado en abril de 2017 con una reciente estrenada norma, impuesta por McConnell, de elección por mayoría simple y en un proceso de nombramien­to que los liberales calificaro­n como «magistrado robado» a Obama.

Un año después, en 2018, la salida programada del juez Anthony Kennedy a sus 83 años de edad dejó vía libre a una nueva designació­n de Trump, la de Brett Kavanaugh (53 años), que se convirtió en una de las decisiones más polémicas de su mandato. Los siglos de existencia de la Corte Suprema, fundada en 1789, y el cargo vitalicio de los jueces a la cabeza del poder Judicial federal convierten la nominación en un asunto nacional de máxima importanci­a. Los jueces del alto tribunal sirven de por vida, a no ser que decidan renunciar al cargo por voluntad propia, y sólo pueden ser destituido­s por el Congreso a través de un proceso de impugnació­n. El equilibrio ideológico del Tribunal Suprema a favor de los conservado­res podrá prolongars­e durante años si Trump elige a su candidato, sumando sumando un tercer juez a los dos anteriores que ha designado desde que inició su primer mandato en la Casa Blanca.

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Miles de personas rinden homenaje a la jueza Ginsburg en el Supremo
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