La Razón (Levante)

Conte se pone a prueba en las urnas

Italia vive un superdomin­go con elecciones regionales y un referéndum para reducir los escaños del Parlamento. La derecha se perfila como la gran ganadora de la contienda y amenaza con poner en aprietos al resistente primer ministro

- POR ISMAEL MONZÓN ROMA

Un coche oscuro, con las lunas tintadas, aparcaba este jueves en Tor Bella Monaca, un barrio de pisos colmena, desempleo disparado y problemas de drogas de la periferia de Roma. De él bajaba Giuseppe Conte, que no iba a la caza del voto –o al menos no de forma inmediata– sino a comprobar cómo estaban yendo las cosas en los colegios en esta primera semana de curso escolar. El resto de políticos están de «tournée» por el país, ya que este domingo y el lunes se celebran elecciones en siete regiones y hay convocado un referéndum a nivel nacional para reducir el número de parlamenta­rios. Se trata de los primeros comicios comicios en Italia tras la pandemia, la cita política que todos esperaban. Todos menos Conte, que no ha invertido un segundo en la campaña, como si la cosa no fuera con él. Los partidos de Gobierno son consciente­s de que pueden salir debilitado­s del voto, por lo que tratan de separar las cosas y hacer un cortafuego­s entorno a la figura del primer ministro.

Por un lado, todos los italianos están llamados a decidir en referéndum si aceptan que el Parlamento Parlamento pase de tener 945 miembros a 600. La ley fue impulsada por el Movimiento 5 Estrellas (M5E) durante su Gobierno con la Liga, aunque ahora el Partido Democrátic­o (PD) –actual socio de coalición con el M5E– se ha visto obligado a respaldarl­a pese a que su postura inicial había sido la contraria. La norma quedó aprobada en las cámaras, pero debe ser refrendada en las urnas, según indica la Carta Magna.

Se trata de una reforma constituci­onal de importante calado, que viene a colmar la vieja aspiración del M5E de meterle tijera a la «casta». Cambiará el sistema democrátic­o y debería haber sido una importante victoria política para el Cinco Estrellas, pero el partido está tan deteriorad­o que no es capaz ni de capitaliza­r la iniciativa. El rechazo de un sector de la izquierda y de parte de la derecha empañarán un éxito cantado. Lo lógico es que pase el «sí», aunque con menos margen del esperado. La verdadera trifulca política está en las regionales.

Se vota en casi mil ayuntamien­tos y siete regiones. Los contendien­tes son una coalición de derechas –formada por la Liga de Matteo Salvini, Hermanos de Italia de Giorgia Meloni y Forza Italia de Silvio Berlusconi–, los socialdemó­cratas del PD y el M5E. Los dos últimos gobiernan juntos en Roma, pero, como ya pasara en anteriores citas, no han sido capaces de ponerse de acuerdo para concurrir juntos, salvo en la región de Liguria. Mientras, la derecha se presenta compacta, por lo que todo apunta a que podría consolidar el dominio territoria­l del que ya goza, con 13 regiones por sólo seis en manos del centroizqu­ierda. Se da por hecho que la derecha ganará con solvencia en Liguria, Véneto y la región autónoma del Valle de Aosta, todas en el norte. Mientras, la izquierda sólo tiene garantizad­a Campania, cuya capital es Nápoles. La partida está abierta en Toscana, Las Marcas y Apulia, actualment­e en manos progresist­as, pero que podrían pasar a los conservado­res.

Las quinielas que se manejan en los partidos son muchas. Si el centroizqu­ierda sólo logra retener Campania, se abrirá una grieta en Roma. La derecha pediría la dimisión del Gobierno, ya que entiende que cuenta con más apoyo popular que el Ejecutivo, aunque realmente ese escenario entra en pocos planes. «Si la derecha obtiene el pleno [al margen de Campania], el Ejecutivo quedará más debilitado, pero no caerá. Sí que se abriría una crisis importante para los partidos que lo componen, ya que en el M5E se debería acelerar un congreso interno para elegir a un nuevo líder y en el PD podría ocurrir lo mismo», opina Lorenzo Castellani, politólogo de la Universida­d Luiss.

El líder del PD, Luigi Zingaretti, quedaría contra las cuerdas, porque es su partido el que se expone directamen­te al empuje de la derecha. Mientras, el M5E, con unas expectativ­as de voto bajísimas en estas elecciones, podría ser acusado de provocar la victoria de la derecha por no pactar con el PD. Al frente de la formación sigue desde enero Vito Crimi, un interino sin brillo, por lo que la renovación no podría esperar más.

Aun así, en el peor de los escenarios, en el entorno de Conte no sólo no manejan una dimisión, sino que el plan sería seguir adelante sin hacer siquiera una modificaci­ón del gabinete. Las prioridade­s para el Gobierno a partir de octubre serían sacar adelante los Presupuest­os y trabajar en las inversione­s que pretenden asumir asumir con los más de 200.000 millones del fondo de recuperaci­ón europeo que debería percibir Italia,

la gran cuestión para este país. «No veo que ninguno de los dos partidos que sostiene el Ejecutivo tengan nada que ganar si rompen y van a elecciones, así que todo quedará igual», pronostica el experto demoscópic­o Roberto D’Alimonte. Además, si el referéndum sale adelante, el número de diputados será menor, por lo que pocos querrán ir a las urnas y asumir asumir el riesgo de quedarse sin asiento. La mayoría parlamenta­ria sí que se podría abrir a apoyos puntuales con sectores moderados de la derecha, como con el partido de Berlusconi.

Toscana, la clave

El otro escenario sería que el centroizqu­ierda aguantara el tipo. Todo apunta a que Las Marcas será uno de los peones que perderá en favor de la derecha, pero el resultado está muy ajustado en Puglia y, sobre todo, en Toscana. Perder esta última sería un fuerte varapalo para los socialdemó­cratas, pues en Toscana siempre ha ganado la izquierda desde que existen las elecciones regionales. Si al menos consiguen salvar este territorio, la lectura en el PD será que han capeado la tormenta. Y, además, supondría imponerse a Matteo Salvini, pues es allí donde éste ha enfocado su campaña, consciente de que una victoria le otorgaría una pieza de caza mayor. Sin embargo, en caso de quedarse con la miel en los labios, Salvini sería visto como un lastre y sumaría su segunda derrota –tras la del pasado enero en las regionales de Emilia Romaña– en una zona que le pensaba arrebatar a la izquierda. Se empezaría ya a cuestionar su liderazgo tanto dentro del partido –donde irrumpe la figura del presidente del Véneto, Luca Zaia– como al frente de la coalición derechista, en la que la ultra Giorgia Meloni cada vez tiene más peso. Con todo, los efectos para Salvini tampoco serán inmediatos, se verán en diferido. Todos se la juegan y, a la vez, todos aparcarán sus crisis para otro momento. El superdomin­go electoral no es más que la primera prueba.

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