La Razón (Levante)

DE MAL EN PEOR

LAS PERSPECTIV­AS ECONÓMICAS NO ERAN BUENAS Y AHORA SON PEORES. TODO, POR NO HABER CONTROLADO LA PANDEMIA TRAS EL ESTADO DE ALARMA

- POR JUAN RAMÓN RALLO

El Banco de España ha empeorado sus previsione­s de PIB para el presente ejercicio. Nuestra economía se contraerá entre un 10,5% y un 12,6%, lo que supondrá que no recuperare­mos nuestro nivel general de renta hasta pasado el año 2022. Recordemos que originalme­nte el Gobierno de Sánchez había adquirido el compromiso de enterrar todo rastro de la pandemia en apenas dos años porque esperaba que la caída en 2020 fuera del 9,2% (y no de hasta el 12,6% como sentencia ahora el Banco de España). Se nos habló desde el Ejecutivo de una recuperaci­ón en V asimétrica (pero con una asimetría lo suficiente­mente modesta como para que en dos años se revirtiera el hundimient­o de uno) o de la recuperaci­ón en forma forma de lámpara de Aladino.

Con todo, en tales pronóstico­s gubernamen­tales siempre hubo una (¿inconscien­te?) confusión entre deseos y realidad. No en vano, el año 2023 será un año electoral y, por tanto, los de Sánchez e Iglesias deseaban que la economía economía volviera a operar a pleno rendimient­o para cuando ellos tuvieran que concurrir a las urnas. De ese modo, podrían vender el mensaje de que se enfrentaro­n a una pandemia global y fueron capaces de derrotarla por entero desde un punto de vista sanitario y económico.

Mas parece que no será así. Según el Banco de España, la economía comenzaba a dibujar un optimista perfil de recuperaci­ón a mediados de julio pero, conforme conforme los rebrotes fueron ganando terreno a finales de ese mes y sobre todo en agosto, la cosa se torció y la ralentizac­ión hizo su entrada entrada en escena. Por eso, este ejercicio nos contraerem­os hasta un 12,6% y en el conjunto de 2021 y 2022 rebotaremo­s, como mucho, un 9,33%. O dicho de otro modo, cabe la posibilida­d de que ni siquiera al finalizar 2023 nos hayamos hayamos recuperado por entero del fuerte shock que hemos experiment­ado experiment­ado este año.

Es verdad que el Banco de España no toma en considerac­ión el impacto positivo que podrían llegar a tener los fondos europeos (y que podrían imprimir varios puntos de crecimient­o al PIB, siempre y cuando se inviertan con buen criterio), pero al mismo tiempo tampoco considera otros dos riesgos potenciale­s que deberían estar muy presentes. El primero es el riesgo de que esta segunda ola degenere en nuevos confinamie­ntos (la idea ya ha dejado de ser tabú en algunas autonomías como la de Madrid, que incluso han decretado cuarentena­s parciales) o incluso de que vivamos terceras o cuartas olas a lo largo de los próximos años. De ser así, la caída del PIB sería muy superior a la anticipada y no resultaría en absoluto seguro que los próximos próximos dos años vayamos a vivir una recuperaci­ón tan apreciable como la que por ahora sigue esperando el Banco de España. El segundo gran riesgo es que en algún momento se produzca una pérdida de confianza inversora respecto a la economía española. El Banco de España pronostica que para 2022 la deuda pública sobre el PIB podría alcanzar el 128%. Una magnitud que, mientras siga siendo respaldada por las institucio­nes europeas, probableme­nte no implique grandes quebrantos, pero que en todo caso será una fuente de potenciale­s inestabili­dades que pueden azotarnos con dureza.

En definitiva, las perspectiv­as no eran buenas y ahora son todavía peores. Todo por no haber sido capaces de controlar la pandemia tras la conclusión del estado de alarma.

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C. PASTRANO

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