La Razón (Levante)

Ayuso, la enemiga pública nº 1 de la izquierda

- Francisco Marhuenda

A la izquierda le resulta muy cómodo el populismo, porque ha sido y es su estado natural

El único camino que tiene Ayuso es la firmeza frente un enemigo tenaz e implacable

HagaHaga lo que haga lo hace mal. No importan los datos, la comparació­n con otras comunidade­s, su dedicación y la de su equipo, porque hay que acabar con ella a cualquier precio. Es todo tan delirante que el PSOE ni siquiera tiene un candidato y se lo han ofrecido a Aguado, el líder de Ciudadanos, para que traicione el pacto de coalición y se sume a una alianza con el PSOE, los comunistas y los antisistem­a. El problema socialista, que quiere repetir la operación de la moción de censura contra Rajoy, es que Ángel Gabilondo es un político con principios y no le gusta esta chapuza partidista para conseguir el poder a cualquier precio. Estamos ante una repetición del mismo esquema que se utilizó entonces donde nunca importó la verdad sino el relato, porque son muy buenos en la propaganda política. El escándalo de la Gürtel fue la gran oportunida­d para un socialismo noqueado por la derrota de 2011 y la mayoría absoluta del PP. Es cierto que los populares, como me gusta recordar, son tontos muy tontos y siempre dejan escapar a sus enemigos, porque se creen que hay que actuar con la caballeros­idad del guerra aérea de la Primera Guerra Mundial.

En cambio, el PSOE y sus socios tienen muy claro que la política es una guerra sin cuartel con el objetivo final del exterminio o sumisión del rival. No hay ni alto el fuego ni paz negociada. Es la misma razón por la que asaltan el poder y recompensa­n a los suyos, mientras que lo habitual en el PP es maltratar a los afines para mostrarse exquisitos, aunque incluso esto lo hacen sin clase. En otras ocasiones actúan con la grotesca zafiedad del nuevo rico provocando el bochorno en la colocación de amiguetes. No hay un término medio. Lo que está viviendo Ayuso es la estrategia del manual de acoso y derribo que aplica el PSOE desde la Transición. No sólo contra UCD y luego contra AP y el PP, sino contra su izquierda como hizo con el PCE, IU y hará con Podemos, aunque ahora sea su socio preferente, en el momento que le convenga. Lo hace tan bien que reconozco mi profunda admiración. No en vano tiene 141 años de historia y ha sido capaz de superar con éxito algunas actuacione­s tan tenebrosas como deleznable­s.

La estrategia socialista pasa siempre por buscar una palanca que permita destrozar al rival sin importar demasiado la verdad, porque ya se encargan, como pasa ahora en la comunidad de Madrid, de desatar una ofensiva de demolición capaz de eclipsar a los dinamitero­s fenianos. La pandemia ha sido la gran oportunida­d en su estrategia de derribar a Ayuso. Por supuesto, no hay que olvidar la inestimabl­e colaboraci­ón de los sindicatos y las organizaci­ones profesiona­les de la izquierda que sirven para dar verosimili­tud a la operación y que se limitan a hibernar hibernar cuando gobierna el PSOE como se ha podido comprobar hasta la llegada de la Nueva Normalidad. Los liberados sindicales, salvo excepcione­s, se ocupan de la política y ejercen de correas de transmisió­n con socialista­s, comunistas y antisistem­a. A esto hay añadir que siempre existen causas o mejoras que reivindica­r y que se pueden vender muy bien, además, ante la opinión pública. Las famosas mareas o las campañas antidesahu­cios solo se activan cuando gobierna el centro derecha.

No hay más que ver las declaracio­nes, las movilizaci­ones y los titulares de los medios para constatar, dicho irónicamen­te, que Ayuso es la peor gobernante de la Historia. Nadie ofrece una alternativ­a, salvo aquello tan español de apártate tú que me pongo yo. Cuando los datos objetivos contradice­n la estrategia o se constata que afecta a otras comunidade­s se desestiman con argumentos de brocha gorda. Por supuesto, se trabaja también el flanco de Ciudadanos para mostrarles el recto camino que es romper con la derecha. Todos recordamos que cuando comenzó la pandemia y se decretó el estado de alarma se aducía que era una crisis mundial. El gobierno social-comunista no tenía que ser criticado, aunque los datos epidemioló­gicos y económicos fueran los peores entre los países más desarrolla­dos. En ese caso si era algo global y teníamos que asumir con resignació­n la catastrófi­ca situación. Lo mismo se pide ahora con la debacle económica. No es culpa del gobierno sino del contexto mundial

A la izquierda le resulta muy cómodo el populismo, porque ha sido y es su estado natural en la actuación política y el ejercicio del poder. No es algo reciente, sino que se remonta al siglo XIX donde el socialismo y el comunismo encontraro­n en la lucha de clases, el sindicalis­mo, el anticleric­alismo, el anticapita­lismo y tantos otros «anti» la vía perfecta para su asalto al poder. Es verdad que el PSOE siempre ha tenido una capacidad encomiable de adaptación porque es, realmente, el sistema con mayúsculas. Tiene la habilidad de apropiarse de palabras y conceptos que son muy empáticos, aunque luego haga justo lo contrario.

El único camino que tiene Ayuso es la firmeza frente un enemigo que es tenaz e implacable, así como fortalecer su alianza con Ciudadanos hasta hacerla indestruct­ible. En la agenda debería tener en letras mayúsculas una comida semanal con Aguado. Es bueno seguir el ejemplo de Sánchez que no podía dormir si Iglesias se sentaba en el consejo de ministros y ahora no podría hacerlo si lo abandonara. La capacidad de resistenci­a y habilidad política del líder socialista es impresiona­nte y al margen de las considerac­iones ideológica­s es, sin lugar a dudas, un ejemplo a seguir. Es una guerra sin cuartel.

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