La Razón (Levante)

«Salvar una vida por estar dos horas tumbado es lo mejor que he hecho»

Hasta el día que donó médula ósea, José nunca había pisado un hospital. La pandemia no le frenó

- BELÉN TOBALINA MADRID

José Antonio nunca había pensado en donar médula ósea hasta que no vio el vídeo de Pablo Ráez, el malagueño fallecido que contaba su lucha contra la leucemia. «No sabía ni qué grupo sanguíneo tenía», reconoce este joven sevillano de 28 años que vive en Hospitalet. Había ido a donar sangre y ya se apuntó también a donar médula ósea, nos explica unos días antes de que se celebre el Día Mundial del Donante de Médula Ósea, que tuvo lugar ayer.

A los dos años de apuntarse, le llamaron para decirle que había un paciente con el que era compatible. «Éramos tres candidatos y quedé yo por ser más afín». Fue entonces cuando le dijeron que el paciente al que iba a ayudar era un niño de 11 años con leucemia. También le explicaron que en su caso necesitaba­n que la donación fuera por punción lumbar, que es la menos frecuente (el 80% de los casos se hace por donación de sangre periférica) y a la que todos tenemos más temor. Y siguió sin dudar, pese a que «nunca había ido a un hospital, no me he roto ni una pierna ni nada».

En ese momento empezó la pandemia. Y eso tampoco frenó a José Antonio, que acababa de entrar en un ERTE. «Pregunté a mis médicos de qué modo la donación podía afectar a mi sistema inmune. Me explicaron que era muy poco probable que por mi edad me afectara, y que lo que tenía que hacer después de la donación era quedarme en casa». Esta explicació­n reforzó su compromiso: «Estaba seguro de que iba a donar porse

DURANTE EL ESTADO DE ALARMA, SE HICIERON 45 DONACIONES DE MÉDULA EFECTIVAS

que con este pequeño gesto a otra persona le va la vida». Y Llegó el 2 de junio. Su padre le acompañó al Clínic, de hecho fue quién le hizo la foto de antes y de después. «Me pusieron anestesia general. Al despertar estaba consciente y eso que dicen que cuando despiertas estás un tiempo como adormilado. La verdad es que no tenía nada de dolor. El mismo día por la noche pedí a los sanitarios que me dejaran ir a casa. Tenía una habitación doble sólo para mí por el tema de la Covid-19 y me encontraba bien, no era necesario ocupar una habitación. Me dieron hierro, otros suplemento­s y medicament­os y a las cuatro o cinco horas dejaron que me fuera. Estaba bien, ¡si hasta esa noche cené pizza en casa!».

«Saber que puedes salvar la vida de alguien, un niño, por no hacer nada más que estar dos horas tumbado es lo mejor que he hecho en mi vida», asegura José Antonio, quien justo una semana y media después de donar se reincorpor­ó a su trabajo. «La Fundación Josep Carreras hizo cargo de mi periodo de baja ingresándo­me mi sueldo normal por esos días. Además, se encargó de arreglar los papeles a mi padre para que en la fase 2 de la pandemia pudiera venir a Barcelona para estar conmigo durante la intervenci­ón».

José Antonio no ha sido el único donante de médula ósea de este año tan duro. Durante el Estado de Alarma, se realizaron 45 donaciones efectivas y 5.734 personas se registraro­n como donantes, según los datos de la Organizaci­ón Nacional de Trasplante­s (ONT) publicados por Sanidad. Además, pese ser un año complicado, 18.993 personas registraro­n como donantes de médula durante los primeros ocho meses de 2020.

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Foto que le hizo su padre minutos después de donar médula ósea

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