«Nunca podré explicar qué se siente al pensar que pueden morir por tu culpa»
«Reflexioné mucho sobre si hacer público que me había contagiado; decidí exponer mi imagen a cambio del mensaje»
AsistióAsistió a lo que podríamos llamar el momento cero de la explosión de la epidemia:el partido entre Atalanta y Atlético en Milán. ¿Sospecha cómo pudo contagiarse? -Tengo sospechas pero es imposible de saber. Debido a las cuestiones profesionales propias de un periodista en estos eventos tuve contacto con mucha gente antes de entrar al estadio. Principalmente aficionados del Atalanta llegados desde Bérgamo que tenían montada una fiesta en los aledaños del estadio. Pero pudo ser al recibir un cubierto en la comida o unas monedas en una compra. Le he dado un millón de vueltas a esa pregunta y nunca tendrá respuesta.
-Enseguida lo hizo público, lo que entonces no era muy popular. ¿Qué le llevó a ello?
-Reflexioné mucho al respecto de esa decisión. Los periodistas sabemos lo que significa la exposición pública y tiene un punto impredecible cuando se trata de un tema de semejante calado.
Iba a ser el primer testimonio en España desde dentro de la enfermedad con la explosión mediática que eso iba a suponer. Anonimato o exposición; esa era la cuestión. Y la decisión la tomé después de preguntarme qué querría para mí si estuviera en casa asustado o con síntomas de ese virus desconocido y que mataba gente en otros lugares. Yo habría querido que un infectado me explicara qué me podía a pasar si me contagiaba. Y decidí ejercer esa parte de nuestra profesión que debe actuar también de servicio público. Exponer mi imagen a cambio del mensaje.
-¿Y qué respuesta recibió por ello?
-De las cosas de las que más orgulloso estoy es de la reacción de la gente. El 99% entendió que solo trataba de aportar mi granito de arena a la incertidumbre de la gente. Las muestras de agradecimiento por hacerlo me llegaron por miles. Durante Durante mi hospitalización a través de las redes, y directamente en la calle una vez salí. Resultó ser una información diaria que ayudó a muchas personas a entender mejor a qué nos estábamos enfrentando.
-¿Qué sintió cuando le dieron el diagnóstico, que estaba infectado de un virus del que no se sabía nada?
-Rabia. Mucha rabia. Primero me quedé en estado de shock durante algún tiempo y después pensé en lo desgraciado que era por ser el primer contagiado del virus y, por tanto, la mala suerte que tenía. Sentí preocupación pero no miedo.
-Pasó 25 días en el hospital. ¿Qué destacaría?
-Descubrí un mundo nuevo. No conocemos un hospital intramuros. Es una auténtica familia de gente valiente, cercana y con una vocación encomiable. Viví su caos, su miedo, su agotamiento psicológico... a ellos me los llevaré siempre. Son héroes de verdad. Y, por mi parte, es inimaginable lo que se siente cuando estás completamente aislado del mundo. El desgaste psicológico es brutal. Cada día te va consumiendo sin que te des cuenta hasta que, de pronto, el más mínimo roce se convierte en puñetazos que te noquean.
-En el libro que acaba de publicar contando su experiencia, «Paciente cero» (Ed. Planeta), habla de la «culpa»...
-No hay peor sentimiento. Yo, contrariamente a casi todo el mundo, supe exactamente a qué personas infecté y las consecuencias del virus en cada individuo. Desde el asintomático hasta el que se enfrenta a la muerte. Y, aunque en «Paciente Cero» se describe el insoportable sentimiento de culpa, creo que nunca podré explicar completamente lo que se siente cuando piensas que personas con nombres y apellidos, personas que conoces, pueden morir por tu «culpa».