La Razón (Levante)

El asesino de Chavero se tatuó para ocultar una marca del forcejeo

El autor confeso de la muerte de Manuela Chavero pasó anoche a disposició­n judicial

- L. L. Álvarez / J. M. ZuloagaMad­rid

La Guardia Civil investiga si el autor confeso de la muerte de Manuela Chavero tuvo una lesión en el brazo tras el crimen de su vecina, lo que podría ser una señal de «lucha» con la mujer que, según el detenido, se mató el su casa de un golpe accidental. Los investigad­ores tienen claro que el móvil del crimen es sexual y que Manoli pudo tratar de defenderse durante el forcejeo con el que después sería su asesino. Las señales en su brazo derecho serían de considerac­ión y, de hecho, algunos vecinos de Monesterio (Badajoz) le preguntaro­n qué le había pasado. Él alegó algún algún problema con un animal en el campo pero lo cierto es que poco después, quizás para disimular una posible cicatriz, se tatuó el brazo derecho (como se aprecia en la imagen). Los investigad­ores, que llevan cuatro años investigan­do la desaparici­ón de Manoli, pasaron al detenido a disposició­n del titular del Juzgado de Instrucció­n número 1 de Zafra antes de agotarse el plazo de 72 horas desde su detención, el pasado jueves a eso de las 20:00 horas de la tarde en un centro ecuestre. En ese momento, estaba acompañado de otra persona y, según fuentes cercanas a la investigac­ión, no se mostró siquiera sorprendid­o, como si ya esperara su arresto desde hace tiempo.

Tras tomarle declaració­n y señalar el lugar donde enterró a su vecina, se trasladaro­n a la finca y se confirmó el hallazgo del cuerpo. Según pudo saber LA RAZÓN, los restos óseos se encontraba­n bajo un pedregal y la fosa que había excavado él mismo con la pala de su tractor, apenas estaba a 40 centímetro­s bajo el suelo. El proceso del levantamie­nto de cadáver fue complicado porque faltaba una de las vértebras, al parecer, la primera, que une la cabeza con la columna, lo que podría ser determinan­te para que los forenses establezca­n la causa de la muerte.

También estaban en la fosa la sábana y la toalla –hechas ya jirones por el paso del tiempo– con las que Eugenio dijo haber envuelto a Manuela desde su casa hasta al finca. También se halló en el lugar el plástico que, al parecer, puso en el coche para proteger la tapicería de posibles restos de Manuela. Aun así, decidió cambiarla, algo que también fue alertado por los vecinos. Los agentes también se llevaron ayer su coche Land Rover Discovery tras la minuciosa inspección que llevaron a cabo en al vivienda del detenido y lugar del crimen. Hasta allí llegaron cuando pasaba media hora de la medianoche del sábado. Es en el número 29 de la calle Cerezo de Monesterio, dos casas más arriba de donde vivía su víctima. Hasta casi las siete de la madrugada de ayer estuvieron los agentes del Equipo de Inspeccion­es Oculares de la Guardia Civil, analizando centímetro a centímetro esa casa donde él mismo ha confesado que se produjo la muerte de Manoli. Eso sí, él mantiene que fue una muerte accidental mientras que los investigad­ores sostienen que fue homicida. La dificultad pasa ahora por sostener la acusación con pruebas científica­s aunque los indicios contra Delgado son numerosos y su versión se resquebraj­a en muchos puntos. Los agentes regresaron junto al detenido pasadas las 11:00 horas para continuar con el registro que se prolongó hasta 18:00 horas. Tuvieron que sacar para la inspección al perro del detenido, al que él mismo dijo que llevaba «cuatro meses» sin sacar de casa porque está «con depresión». El rumor de que Delgado podría quitarse la vida pudo precipitar su detención.

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LA RAZÓN Eugenio se tatuó el brazo derecho poco después de la desaparici­ón de su vecina

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