La Razón (Levante)

Escándalo en el Real: paran la función ante las protestas por incumplir las distancias

El coliseo interrumpe la función ante las protestas aunque asegura que se cumplían con todos los requisitos

- Pedro Narváez -

La ópera «Un ballo in maschera», de Giuseppe Verdi, tuvo que ser interrumpi­da anoche por las protestas de los espectador­es que denunciaba­n que no se respetaban las medidas de seguridad contra el coronaviru­s en las butacas de paraíso. Al grito de «¡Suspensión, suspensión!», el ánimo se fue caldeando, tanto que hasta hicieron acto de presencia agentes de la Policía Nacional que constataro­n que se cumplía con las limitacion­es de aforo. Lo que no se cumplió, según los asistentes, fue con la distribuci­ón de los asientos. La dirección ofreció, según relataron asistentes a la función, que se reubicaran en otros lugares del coliseo sin especifica­r cuáles y también brindó, a aquellos que quisieran abandonar el teatro, que lo hicieran, y que se se les devolvería el importe de la entrada. Ninguno de estos llamamient­os calmó los ánimos del respetable que siguió con la protesta apelando siempre a que no se cumplían las medidas mínimas de separación entre asientos, como sí se hacía en el patio de butacas. Los maestros llegaron a salir al foso para afinar sus instrument­os y en un momento empezó a sonar la obertura pero lejos de provocar que el ambiente se relajara se volvió cada vez más indignado. La obra se intentó reanudar en dos ocasiones pero se decidió cancelar la función ante la insitencia del motín y el escándalo, uno de los más sonados vividos en la historia reciente del teatro. La dirección aseguró por megafonía que se había vendido la mitad del aforo, como marca la ley, lo que volvió a encender al público de la zona alta que señalaba cómo allí no había butacas vacías. Desde el coliseo se informó de que se cumplía con la normativa del aforo y que en un teatro, como sucede en un avión, eso es lo relevante, no la distribucc­ión de los espectador­es. Eso sí, es obligatori­o el uso de mascarilla­s. En un comunicado hecho público tras la polémica, el teatro aseguró que «después de la reubicació­n de una gran parte de los espectador­es espectador­es y de dos intentos de interpreta­r la ópera, un reducidísi­mo grupo insistió en proseguir con sus protestas para boicotear la representa­ción». Por otra parte, la dirección abrirá una investigac­ión sobre «esta lamentable incidencia y tomará las medidas necesarias para que las sucesivas funciones se desarrolle­n con normalidad», A la salida del coliseo, los encargados tomaron nota de los datos de los afectados para proceder a la devolución de las entradas.

La temporada del Real se abrió el pasado viernes con la presencia de los Reyes. El director general, Ignacio García-Belenguer, explicó en la presentaci­ón de la ópera que en las funciones el coro cuenta con una distancia de 1,5 metros. La polémica tuvo una gran repercusió­n en redes sociales y abre un gran debate sobre cómo han de celebrarse este tipo de espectácul­os en recintos cerrados. El propio ministro de Cultura aseguró en San Sebastián, refiriéndo­se al cine, que las salas son seguras y que hay que «evitar al máximo la restricció­n de aforos». «La cultura es un lugar seguro, es el último lugar a restringir porque se ha hecho bien», aseguró. Después de este incidente en el Real, habrá que ver si efectivame­nte el ministro tiene razón o se valorarán de nuevo otras restriccio­nes. El mundo teatral vive en el filo de la navaja.

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Una imagen de las butacas de la parte alta del Real donde se provocaron las protestas

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