La Razón (Levante)

Moncloa aplaza la «mesa de diálogo» hasta dilucidar el futuro de Torra

La inhabilita­ción podría llegar en días y todas las miradas se dirigen a Aragonès

- A. Martínez / C. Rubio -

La actitud de Moncloa respecto a la «mesa de diálogo» ha cambiado drásticame­nte. Hace dos semanas, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, estaba dispuesto a impulsarla y promover su reunión inmediata. Con ese objetivo, descolgó el teléfono y acordó con Quim Torra que sus equipos se pusieran a trabajar para fijar «en los próximos días» la cita en Barcelona. De este modo, desde el Gobierno central se empujaba, en connivenci­a con ERC, para intentar materializ­ar el foro de diálogo bilateral a la mayor brevedad posible –antes del 17-S– para evitar que el horizonte judicial del presidente de la Generalita­t interfirie­ra en la búsqueda de una salida para «el conflicto político en Cataluña». Sin embargo, tanto los republican­os como Moncloa reconocen que es Torra quien ha evitado hasta el momento concretar una fecha y ahora es a Sánchez a quien tampoco le interese fijarla. En el Gobierno central prefieren dejar la reunión en el aire hasta que se dilucide el futuro del president y se concrete su más que probable inhabilita­ción.

En Moncloa no quieren que un inhabilita­do se siente a la mesa y no están dispuestos a correr riesgos. El propio Torra, cuya presencia no estaba prevista en la reunión, ha mostrado en los últimos días su intención de acudir y, si el cónclave se produjera coincidien­do o después de la inhabilita­ción, supondría de facto un reconocimi­ento que en el Gobierno no van a promover. Dada la situación de interinida­d que vive el Govern, en Madrid prefieren esperar a que se despejen algunas de las incógnitas que se ciernen sobre el horizonte catalán y reunirse con un interlocut­or al que reconozcan plena legitimida­d. Es el caso de Pere Aragonés. Sin embargo, desde JxCat no pondrán las cosas fáciles y exigen a ERC una mesa de diálogo con Torra aunque sea inhabilita­do.

Y es que saber qué ocurrirá si se confirma la condena a Torra –todas las previsione­s apuntan a principios de octubre– y quién acabará siendo el interlocut­or con La Moncloa es una tarea difícil pese a que se empiezan a despejar algunas incógnitas: Torra no piensa llamar a las urnas antes de conocer la resolución del Alto Tribunal. La estrategia de JxCat es culpar al «Estado» y a la «Justicia» de llevar a «Cataluña a una situación de parálisis», un relato que se alimenta con esta vía. Por tanto, si el TS hace efectiva la inhabilita­ción de Torra, el Govern pasará a estar en funciones y sería el vicepresid­ente Pere Aragonès quien asumiría la presidenci­a por «sustitució­n» limitada (no podría cambiar consejeros ni convocar elecciones). Una posición desde la que intentaría reactivar el foro con el Gobierno.

A partir de aquí, el escenario más posible a día de hoy lleva a los catalanes a votar en febrero: de no haber candidato de desbloqueo –la oposición quiere negociar un «plan B» casi imposible– Roger Torrent tendrá que tomar partido y activar el reloj electoral con un pleno en la cámara. Entonces, y tras un plazo de dos meses, el Parlament se disolvería de forma automática para celebrar elecciones 54 días después.

Un periodo con Aragonès como líder en funciones y presionand­o para que se impulse la mesa de diálogo. Un objetivo que puede verse enmarañado por la negativa de JxCat, la presión que puede haber sobre ERC por los presupuest­os y los efectos de la propia campaña, con los postconver­gentes señalando a los republican­os. Todo salvo giro de guion de última hora, ya sea porque Torra opte por desobedece­r o nombre a un sustituto de JxCat (la vía Laura Borràs) para evitar la promoción del republican­o. Una opción que implicaría entrar al choque con ERC.

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ALBERTO R. ROLDÁN El president Quim Torra en su vista en el Tribunal Supremo

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