La Razón (Levante)

Navalni renueva su combate contra el Kremlin

El opositor ruso recibe el alta tras 32 días ingresado pero seguirá vigilado. Berlín guarda silencio sobre su paradero

- Rubén G. del Barrio - Berlín

Treinta y dos días después de haber sido hospitaliz­ado, el líder opositor ruso Alexei Navalni abandonó ayer el hospital de La Charité en Berlín donde se encontraba ingresado por un posible envenenami­ento. No obstante, seguirá estando vigilado las 24 horas y aunque se estima que la recuperaci­ón será completa, se apunta que es pronto para evaluar las consecuenc­ias a largo plazo de la intoxicaci­ón. El propio Navalni a través de sus redes sociales escribió que aún necesita recuperar el control de sus dedos o de poder sostenerse sobre una sola pierna. «El estado de salud del paciente ha mejorado hasta tal punto que se ha podido concluir con el tratamient­o médico de urgencia», precisó el equipo médico del hospital.

La evolución de Navalni dió espacio para el optimismo en torno a su total recuperaci­ón, aunque algunos medios como la revista «Der Spiegel» se sorprendie­ron de la «inusualmen­te rápida» recuperaci­ón del opositor. Por su parte, el Gobierno alemán, a través de su portavoz, Steffen Seibert, expresó su «alivio» por la situación del líder opositor ruso, cuyo traslado a Berlín había organizado la ONG «Cinema por Peace», a instancias de la familia y el equipo de Navalni, y autorizado por el Ejecutivo de Angela Merkel. La fuente gubernamen­tal declinó, sin embargo, hacer comentario alguno sobre el destino o paradero actual del líder opositor.

Navalni ya ha dejado patente en alguna ocasión su deseo de regresar a Rusia. Al respecto, el Kremlin afirmó que el opositor era «libre» de volver a Rusia, «como cualquier ciudadano ruso». El líder opositor ruso llegó a la capital alemana en estado crítico; unos días después, el equipo de la Charité y expertos del Ejército alemán testificar­on que había sido envenenado por un agente nervioso militar del grupo Novichok.

Angela Merkel instó entonces a Moscú a esclarecer lo que calificó de «intento de asesinato por envenenami­ento»; el Kremlin negó toda responsabi­lidad en el caso e incluso el presidente ruso Vladimir Putin aseguró que Navalni ya había inventado problemas de salud y cometido actos ilegales en el pasado. Sucesivos analistas europeos –de Francia y Suecia– confirmaro­n la presencia de Novichok. En el entorno del líder opositor se han seguido diversas pistas: del envenenami­ento por un té que se tomó en un aeropuerto ruso se pasó a la pista de una botella de agua, en el hotel donde se hospedó en la ciudad siberiana de Tomsk.

Las relaciones entre Rusia y los países occidental­es como Alemania Alemania se vieron enturbiada­s por este asunto. A Rusia se le exigen explicacio­nes y responsabl­es europeos pidieron considerar «todo tipo de sanciones» en caso contrario. En medio de esta compleja situación, en Berlín surgió el debate sobre una eventual interrupci­ón del proyecto Nord Stream 2, el gasoducto que llevará gas ruso a Alemania por el fondo del mar Báltico. Un proyecto heredado por Merkel de su antecesor en la Cancillerí­a, el socialdemó­crata Gerhard Schröder, cuyas relaciones personales y políticas con Vladimir Putin, iban de la amistad a la alianza de intereses.

Los médicos de La Charité aseguran que todavía es pronto para descartar las secuelas del agente nervioso tipo Novichok

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REUTERS Navalni colgó una foto suya sentado en un banco de Berlín tras recibir el alta hospitalar­ia

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