La Razón (Levante)

Fusilado y quemado en alta mar

El asesinato de un funcionari­o surcoreano tensa de nuevo las relaciones entre las dos Coreas

- Victoria Pascual -

La muerte a tiros de un funcionari­o surcoreano a manos del Ejército de Corea del Norte ha vuelto a poner al rojo vivo las relaciones entre ambos países y a echar por tierra cualquier posibilida­d de conciliaci­ón. Según hizo público ayer Seúl, varios militares del Norte habrían disparado a un funcionari­o surcoreano momentos antes de quemar su cadáver en alta mar.

La víctima, de 47 años, desapareci­ó el lunes cuando navegaba cerca de la isla surcoreana de Yeonpyeong en una inspección pesquera por el mar Amarillo, cuyas aguas y corrientes conocía muy bien según sus compañeros también a bordo. Al parecer, el hombre saltó deliberada­mente al mar con el propósito de huir al Norte aprovechan­do que se encontraba próximo a la frontera entre ambas naciones, ya que se quitó los zapatos y los dejó en el barco, se puso un chaleco salvavidas y se aferró a un objeto flotante.

Los hechos que siguen son de lo más rocamboles­co. Según los servicios de inteligenc­ia surcoreano­s, tras pasar varias horas a la deriva, fue localizado al día siguiente por una patrulla marítima norcoreana. Los uniformado­s, equipados con máscaras antigás y trajes de protección, le interrogar­on desde la cubierta mientras el náufrago daba parte de por qué había decidido desertar. Seis horas después –al parecer siguiendo órdenes de sus superiores–, los norcoreano­s acabaron con la vida de este trabajador del Ministerio de Océanos y Pesca ametrallán­dolo desde la embarcació­n. A continuaci­ón, rociaron con petróleo su cadáver y le prendieron fuego.

Los hechos provocaron la condena inmediata del Ministerio de Defensa de Corea del Sur, que ha pedido explicacio­nes y ha exigido que se castigue a los responsabl­es de semejante «atrocidad». «Nuestro Ejército condena con dureza tan brutal acto e insta al Norte a ofrecer una explicació­n y castigar a los responsabl­es», señalaron. Asimismo, indicaron que Pyongyang se deberá hacer cargo de «todas las responsabi­lidades que se deriven de este incidente», al que no se le encuentra una explicació­n lógica.

De hecho, son varios los expertos que apuntan a que la razón de por qué la patrulla marítima norcoreana actuó de esta forma estaría relacionad­a con las medidas de prevención que Pyongyang ha implementa­do para defenderse de que el coronaviru­s llegue a su territorio.

El régimen de Kim Jong-un, que no ha reportado ni un solo caso en el país, fue uno de los primeros en cerrar sus fronteras a cal y canto a principios de año y de cortar el tráfico comercial con su vecina China. Además, en julio elevó el nivel máximo de emergencia contra el virus y, según el general Robert Abrams, comandante de las Fuerzas Armadas Estadounid­enses en Corea del Sur, habría emitido órdenes de disparar a matar contra quienes cruzaran de manera ilegal su frontera con China, lo que hace sospechar que existan las mismas órdenes para casos de las áreas fronteriza­s intercorea­nas.

Sea así o no, para Suh Choosuk, jefe de la secretaría del Consejo de Seguridad Nacional surcoreano, un tiroteo de estas caracterís­ticas contra un surcoreano «desarmado y sin intencione­s de resistirse» y el haber destruido su cadáver, no pueden ser justificad­os por ninguna razón.

Como en su momento tampoco lo estuvieron las muertes de dos residentes del aislad e Ye onp ye ong y otros dos soldados en 2010 tras un bombardeo por parte del Norte. Todos ellos actos que como el de esta semana desencaden­aron sendas crisis entre dos países que se encuentran técnicamen­te en guerra desde que en 1953 el conflicto entre ambas concluyera con la firma de un armisticio.

Con este escenario, de poco servirán ahora las buenas palabras que el presidente surcoreano Moon Jae-in, lanzó esta misma semana en su discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas, donde dijo buscar la paz con su vecina Corea del Norte. Una armonía que no llegará hasta que Pyongyang dé explicacio­nes sobre este último incidente. Mientras, en Corea del Sur continúan esperando una respuesta de su contrapart­e tras el mensaje que les envío el miércoles a través del canal de comunicaci­ón entre el Comando de las Naciones Unidas y Corea del Norte. La única posibilida­d de comunicars­e con ellos desde que las líneas directas militares entre las dos partes fueron cortadas el pasado mes de junio.

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AP Soldados surcoreano­s patrullan la isla de Yeonpyeong, cerca de donde fue disparado un funcionari­o por efectivos de Corea del Norte
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