La Razón (Levante)

El monopolio de las terrazas

La historia de una restauraci­ón condiciona­da se escribirá en el epílogo del invierno solo con la métrica de las terrazas

- POR T. CARRANAVA

La llamada hoja de ruta de la desescalad­a tiene un primer líder en la figura de las terrazas. En el prólogo de la tímida reapertura su presencia se convierte en una bendición para endulzar la realidad asfixiante. En los primeros compases adquirirán todo el protagonis­mo mientras clientes y profesiona­les dedicarán toda su energía a justificar su presencia en plazas y calles.

La historia de una restauraci­ón condiciona­da se escribirá en el epílogo del invierno con la métrica de la terrazas como dueñas del destino de los clientes. En esta etapa por la que atravesamo­s de vaivenes y aperturas limitadas su renacimien­to puede suponer una bocanada ante los acantilado­s de restriccio­nes a los que todavía se enfrenta la restauraci­ón durante la pandemia.

Volveremos a la casilla de salida, sin alejarnos en exceso, pero cargando la mayor parte del peso sobre las terrazas favoritas. De modo que por la fuerza de las evidencias es tiempo de volver a escenifica­r el ritual que galvanizar­á el gusto vitalicio.

Terrazas con abono, como vía rápida de acceso a almuerzos con royalties comprometi­dos, cafés, aperitivos y comidas remasteriz­adas, todo sin acortar las distancias recomendad­as para que estas vuelvan a cotizar al alza mientras el interior de los restaurant­es sigue en concurso de acreedores .

Aunque los voceros y agitadores de las terrazas apuesten solo por su protagonis­mo y permanezca­n sentados con el brazo levantado, mientras el camarero es superado por la marabunta de clientes, nada será igual. El terraceo se convertirá en un imperio en el que el sol se pone a las 18.00 horas. El mañana será distinto al ahora de manera transitori­a, pero no será suficiente mientras el interior de los restaurant­es permanece desmantela­do. No es cuestión de querencias es orfandad que destila eres, ertes y frustracio­nes de manera continua.

Esperemos que el inicio del regreso mediatizad­o sea el reflejo de un pronóstico mil veces deseado. Hay una impresión inequívoca, la terraza competirá consigo misma durante esta primera fase de la desescalad­a mientras los clientes se transforma­n en «headhunter­s» en busca de novedades.

Con la paciencia de un cliente sin reloj y la voluntad planeada visitaremo­s las terrazas de apariencia tranquila como un desafío permanente. Ellas volverán a tomar las riendas del consumo. La felicidad estará fuera pero también dentro de cada uno de los clientes. Y esta es una buena noticia, salvando el abismo que supone mantener el cierre del interior.

El efecto invernader­o que sufrían las mesas y sillas escondidas se ha diluido, la de forestació­n de las aceras ha concluido mientras el frío paisaje de las plazas se evaporará. La radiación de clientes resurgirá en plena calle con vocación de aliviar tristezas.

Las calles se convertirá­n en un tablero de ajedrez formado por múltiples terrazas donde bares y restaurant­es, los que puedan, dirimirán sus diferencia­s al compás del gusto de los clientes. No será difícil rastrear su influencia ya que se convertirá­n en lugares de peregrinac­ión. La gran dama de la calle hostelera se propone – y lo conseguirá – encender la mecha de la futura recuperaci­ón.

De cómo evolucione­n las condicione­s de la pandemia, de cómo se plateen esas querencias, de cómo se respeten las normas y se asuman las responsabi­lidades dependerá el porvenir de la primavera que nos permita arribar al cabo de buena esperanza gastronómi­ca.

El axioma principal de nuestras protagonis­tas es el pluralismo. Habitan hoy las emociones compulsada­s por un ejército de clientes, en cuarentena hasta mañana, que comenzarán una operación salida con un claro destino hacia el monopolio de las terrazas.

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LA RAZÓN
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El terraceo se convertirá en un imperio en el que el sol se pone a las 18.00 horas
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Las plazas se convertirá­n en un tablero de ajedrez formado por múltiples terrazas

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