PÓLENES DESQUICIADOS
LaLa alergia primaveral ha llegado. Cada año viene más pronto y más fuerte. Y ya ni siquiera ocurre en primavera. En enero los alérgicos respiratorios ya empezamos con los estornudos, el escozor de ojos, los picores… síntomas que traen añadidos dolor de cabeza, cansancio, nerviosismo, insomnio, incapacidad de concentración… No es moco de pavo sufrir este trastorno. Algo que, según dicen, existe desde el principio de los tiempos, pero que ahora crece descontroladamente.
Calculan los expertos que por el 2050 la mitad de la población mundial sufrirá esta enfermedad. Quizá el hecho de que no mate directamente ha hecho que se haya estudiado con poco empeño. Quizá existen intereses más oscuros. Pero la verdad es que, como de otras tantas enfermedades, se sabe poco. Se sabe que es una reacción de nuestro sistema inmunológico a agentes externos. Una especie de resistencia exagerada ante elementos que siente como peligrosos. No se sabe, sin embargo, ni el porqué de esa reacción ni cómo atajarla. Hasta ahora las vacunas reiterativas, unidas a los antihistamínicos durmientes, han sido el tratamiento oficial. Ahora se están investigando procedimientos nuevos que, de momento, por aquí no llegan. Estamos otra vez intentando salvar al ser vivo de ahogarse en el agua sin sacarlo del agua. Porque lo que sí vamos teniendo claro es que, factores genéticos aparte, la contaminación del aire, de la comida y el calentamiento global están haciendo estragos en nuestros pobres ejércitos inmunológicos. Quizá no es que reaccionen de forma exagerada, es que son muy listos y nos advierten de todo el veneno que nos está entrando en el cuerpo y en el alma.
Explican los investigadores que el cambio climático contribuye a este problema porque intensifica la floración en las zonas más habitadas por el hombre y, por otro lado, la abundancia de CO2 abastece de más recursos a las plantas que crecen y se desarrollan de forma desquiciada. Tanto como esa inmensidad de personas que sufren asma o alergia. Enfermedades fortalecidas por la mano avara del hombre. Males que no matan directamente. Pero que matan.