La Razón (Levante)

Elites, encuestas y terremotos

- José María Marco

«La sociedad española obedece con fidelidad a sus elites y acata con buena voluntad lo que le mandan»

AlAl parecer, cunde una cierta inquietud en el PSOE y en el Gobierno por la caída de votos del progresism­o. Según la encuesta publicada ayer en estas páginas de LA RAZÓN, los socios peronistas del gobierno recogerían hoy un escueto 10,9% del electorado. Es un signo de alarma, tras el que asoma la posibilida­d de convertirs­e en una fuerza testimonia­l. Doble problema para el PSOE, porque aunque funciona la fagotizaci­ón de Podemos, esta no beneficia al socialismo y está empujando a los podemitas, es decir a los socios del Gobierno progresist­a, a promover la violencia en la calle, el caos en las institucio­nes.

En la derecha hay motivos de inquietud, pero también los hay de alegría. El voto ilustrado, cosmopolit­a e inteligent­e (podíamos añadir algún otro calificati­vo, como urbanita) de Ciudadanos sigue descendien­do, como era previsible. No lo recoge el PSOE, ni tampoco –o no del todo, ni mucho menos– el PP. Lo recoge VOX, al que también va un importante voto desencanta­do del progresism­o. Los motivos de estos dos hechos están sujetos a discusión, como es natural, pero alguna pista se puede encontrar en las dos entrevista­s que la sección «La Contracult­ura» de este mismo periódico publicaba el domingo pasado, una con Fernando Savater, la otra con Darío Villanueva, ex director de la Real Academia Española. Las declaracio­nes de Savater admiten pocas interpreta­ciones. El autor de «Contra las patrias» recuerda cómo en el velatorio de Fernando Buesa, asesinado por la ETA en 2000, tuvo que ser un sindicalis­ta de la UGT quien observara que entre los símbolos presentes faltaba la bandera española. Poco antes, y en la misma entrevista, dejaba otra observació­n: la de que ha sido la representa­nte de VOX presente en el Parlamento vasco quien ha hecho el discurso «que nos hubiera gustado escuchar durante tantos años a populares y socialista­s».

Villanueva no es tan explícitam­ente político, pero toda la entrevista, sobre la neolengua políticame­nte correcta, respira indignació­n acerca de la ofensiva ideológica desatada contra los fundamento­s mismos de la lengua castellana. Una ofensiva ante la cual, por lo que se deduce de sus declaracio­nes, los poderes públicos han dejado solos a los guardianes de la salud del idioma (un poco decaído últimament­e, a pesar de los centenares de millones de hablantes).

Por mucho que presuma de modernidad e incluso de vanguardis­mo, la sociedad española sigue instalad en pautas de comportami­entos de muy antiguo régimen. Obedece con fidelidad a sus elites y acata, si no con gusto, sí con paciencia y buena voluntad a lo que le mandan. El mito del español beligerant­e y rebelde está tan lejos de su naturaleza como el del romántico y apasionado: nada más realista y prosaico que un español, como pocos pueblos habrá de mayor docilidad y mansedumbr­e. Si las elites españolas, de las que Savater y Villanueva constituye­n la quintaesen­cia perfecta, la más aquilatada, han empezado a decir lo que decían el domingo en este periódico, es posible que el cambio que anuncia la encuesta se convierta pronto en un tsunami.

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