LA DAMA DE HIERRO CEDE EL TESTIGO
Mujer de palabra, de fuertes convicciones, de derechas, católica y del PP. Sobre todo, del PP. Isabel Bonig deja la primera línea de su partido, pero también renuncia a tener una nueva oportunidad para ser la «primera presidenta de la Generalitat valenciana». Vehemente y luchadora, nunca ha tenido reparos en que se le llamase la «Thatcher de la Vall», en referencia a su primera victoria política. «Cuando nadie daba un duro por mí conseguí la alcaldía de la Vall d’ Uixó», le gusta recordar. Y ahí empezó todo. En 2007 logró la primera mayoría en un municipio de Castellón con amplía tradición de izquierdas, luego logró la segunda y después, en 2011 el entonces presidente de la Generalitat, Francisco Camps, la hizo consellera de Infraestructuras. El proyecto popular comenzaba a mostrar sus primeros síntomas de agotamiento. Saltó la Gürtel, el «caso de los trajes» y Alberto Fabra no impidió que las fuerzas de izquierda formasen el primer Botànic. Fue entonces cuando tomó la dirección de un partido que pasó del estado de shock al luto. Pero Bonig, decían entonces, era la única capaz de levantar la moral a los militantes. Seis años ha estado Bonig al frente del PPCV porque nadie hasta ahora había pensado que había una opción mejor que ella. En este tiempo, ha dado la cara por los casos de corrupción y no ha dejado ni un día de hacer oposición. La «Dama de Hierro» cede el testigo. El Partido Popular le debe una.