La Razón (Levante)

Sánchez se queda con su «isla energética»

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ElEl Consejo Europeo que ha debatido respuestas y soluciones al tensionado mercado energético y a la insufrible escalada de los precios, agravada por la invasión de Ucrania, encontró espacios tortuosos para converger sobre medidas concretas y específica­s después de una intensa jornada final, con notables desencuent­ros. El Gobierno aterrizó en circunstan­cias sumamente difíciles pese a la gira de Pedro Sánchez con los líderes comunitari­os de los últimos días para sumar voluntades al plan español de desligar el precio de la electricid­ad del coste del gas como terapia de choque y aliviar la presión de los costes que ahogan las economías de las empresas y las familias en un marco de crisis galopante acuciada por un extraordin­ario endeudamie­nto. Sánchez no ex trajo las suficiente­s ventajas de su voluntario sato urnéep orlas cancillerí­as entorno a su fórmula principal. Como alternativ­a, se es forzó en la cumbre por arrancar un trato especial y preferente para España y Portugal que autorizara a ir por libre en las decisiones que pasarían por limitar el precio de la electricid­ad y del gas y compensar después a los operadores que compren esa materia prima por sus pérdidas. Se esgrimió el argumento de que la Península es una «isla energética», con interconex­iones a Europa que no llegan siquiera al 3 %, por lo que sus decisiones no afectarían al resto de socios. Las resistenci­as, especialme­nte de Alemania y Países Bajos, pero no solo, elevaron la temperatur­a de la discusión hasta el punto de que el presidente del Gobierno se planteó vetar la resolución del cónclave. Los detractore­s de la receta española incidieron en que la intervenci­ón que supone topar los precios distorsion­aría el mercado europeo con todo lo que eso supone. El resultado final de la cumbre ha recogido en parte las posiciones de España y Portugal sobre la excepción ibérica, que encauzará esa autonomía singular queSánc he z ha presentado como la panacea para soltar la cadena energética que nos ahoga y aflojar el grillete de las tarifas del gas y la luz a los españoles. Y, aunque todo queda a expensas de un procedimie­nto supervisad­o por la Comisión, el Gobierno puede vender con fundamento que ha logrado metas impensable­s hace unas jornadas. Más allá, claro, de que su propósito principal, aquel que suponía sacar al gas del cómputo de la tarifa eléctrica, se haya frustrado. Veremos si el bálsamo de fierabrás de Moncloa surte su efecto sobre la maltrecha economía nacional y en qué medida se notan sus efectos benéficos. En principio, la intervenci­ón de los mercados no puede ser considerad­o como el ideal, y menos como una actuación inocua que no acarreará consecuenc­ias. Se quiera reconocer o no, se adultera un complejo mecanismo que costó extraordin­arios esfuerzos en crear. Sánchez deja Bruselas con un acuerdo, que no es poco, aunque no era el que buscaba. Gana tiempo, el que no le sobra a los españoles. Europa está obligada a emprender reformas hacia la soberanía energética, pero Sánchez, ya con su isla energética, debe dejar de agitar espantajos, tomar decisiones y bregar con las consecuenc­ias.

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