La Razón (Levante)

«Muchas víctimas quedaron con míseras pensiones»

Mónica Muñoz Hija del TEDAX Andrés Muñoz, asesinado en 1991

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En marzo de 1991 el comando Ekaitz de ETA envió un paquete bomba al presidente de Construcci­ones Atocha S. A., Jesús Gallego a la oficina de la empresa en la madrileña calle de Ortega y Gasset. La firma había logrado contratos de ejecución de las obras de la autovía de Leizaran, entre Navarra y Guipúzcoa, infraestru­cturas a las que la banda terrorista se oponía.

El padre de Mónica, Andrés Muñoz, era subinspect­or del Cuerpo de Policía y miembro de los TEDAX y, junto a su compañero, Valentín Martín, fueron asesinados al intentar desactivar el paquetebom­ba que ETA había enviado. La banda terrorista manufactur­ó el artefacto con diversas trampas con el fin de que los desactivad­ores de explosivos recibieran el impacto de la deflagraci­ón.

Andrés Muñoz estaba casado y tenía tres hijos. Mónica, su hija recuerda que aquel día su padre, que solía trabajar 24 hora y libraba 5 días le había pedido prestado el coche porque el suyo estaba estropeado. «Le dije que no podía, y se lo dejó mi hermano. Me fui a trabajar, y cuando llegué a casa a las 21:30 de la noche escuché que había habido un atentado. Fue mi hermano el que me dio la noticia de que habían matado a mi padre». De entonces recuerda cómo estuvo aquella noche velando el cuerpo en Canillas sin saber bien qué había pasado. «No entiendes que tu padre, con 51 años se vaya a trabajar y no vuelva. En la familia hemos estado muy unidos y hemos hablado mucho de mi padre. Está presente siempre».

Mónica subraya que «a nuestras víctimas les debemos la justicia, la memoria, la dignidad y la verdad» y por eso insta a la sociedad a manifestar­se hoy en contra del Gobierno, de la política penitencia­ria que está llevando a cabo, y en contra del ministro del Interior. «GrandeMarl­aska «GrandeMarl­aska se ha olvidado totalmente de nosotros. De juez luchó mucho por el terrorismo, pero ahora debe valer demasiado su sillón. Negocia con etarras y no con las víctimas que sería con quien se tendría que reunir» algo que le hace sentir «mucha rabia». «Aún lloramos a nuestras víctimas», subraya mientras conocen el goteo de etarras que son acercados a las prisiones del País Vasco con el extra de los homenajes. «Nos llena de dolor».

Mónica cree que la sociedad «está pasiva» con todo lo que acontece, «porque ETA no mata, porque está en las institucio­nes». Además, indica que la banda «está mejor que cuando mataba. Como no hay sangre, no ven tanto dolor y daño. Es como si el sacrificio de todos nuestros muertos no hubiera servido de nada». Critica los beneficios penitencia­rios: «No se les debería tratar como presos comunes» a los etarras que «casi viven mejor que muchas de nuestras víctimas que se han quedado con míseras pensiones o pidiendo ayudas a la asociación para mantenerse».

El etarra Urrusolo Sistiaga –quedó en libertad tras la doctrina Paroty Paroty a Juan Jesús Narváez Goñi, recuerda que fue capturado en México. «Cuando les cogieron y les juzgaron fuimos al juicio en la Audiencia Nacional». A Urrusolo le ha podido ya ver «dando charlas, hace tres o cuatro años en el País Vasco en unas jornadas». «Nos sentimos ninguneado­s porque hemos perdido el apoyo de nuestros gobernante­s». «No matan, pero tampoco se arrepiente­n».

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