La Razón (Levante)

Encontrar el camino para el fin de hostilidad­es en Ucrania

- Luis Feliu Bernárdez Luis Feliu Bernárdez es general (r). Academia de las Ciencias y las Artes Militares

DesdeDesde la crisis de los misiles soviéticos en Cuba en 1962, provocada por el despliegue de misiles Pershing de los EEUU en Turquía, no se había producido un conflicto de las dimensione­s del que está sufriendo Ucrania y, por sus consecuenc­ias económicas, toda Europa. En el pasado reciente ha habido intervenci­ones armadas de Occidente en lugares como Serbia, Iraq, Afganistán, Siria, Libia y también en Malí. En las citadas también estuvieron involucrad­as potencias nucleares como los EEUU, Reino Unido o Francia, pero no hubo respuesta por parte de Rusia. Salvo en Siria, tradiciona­l aliado, en donde tomó cartas en el asunto ante la inacción occidental.

Vladimir Putin es sin lugar a dudas el responsabl­e de iniciar la guerra de agresión contra Ucrania, colocándos­e fuera de la legalidad internacio­nal, y de todo el dolor, destrucció­n, muerte, sufrimient­o, desplazami­ento de población que está sufriendo Ucrania. Sin embargo, ¿es el único responsabl­e? La gestión de esta crisis en Ucrania empezó en 2014, es decir hace 8 años, y ha habido suficiente tiempo para evitarla.

Si nos vamos al origen remoto del conflicto, no estuvo especialme­nte acertado George W. Bush en la cumbre de la Alianza en Bucarest en abril de 2008 cuando anunció que Ucrania y Georgia llegarían a ser miembros de la Aliandos za, en contra de la opinión de su Secretario de Defensa Gates. Putin reaccionó indicando que, si Ucrania ingresaba en la OTAN, lo haría «sin Crimea y sin las regiones orientales de Ucrania». Regiones afectadas por el conflicto 14 años después.

Desde luego Ucrania y Georgia son estados soberanos y pueden elegir cómo gestionar su seguridad y defensa, no hay ninguna duda. Pero en esa elección puede haber tres opciones: ingresar en la OTAN, ingresar en la OTSC, u optar por la neutralida­d con garantías de seguridad de las dos organizaci­ones o de sus naciones líder, los EEUU y Rusia respectiva­mente.

Henry Kissinger, allá por el año 1994, y algún otro diplomátic­o norteameri­cano posteriorm­ente, recomendab­a que para asegurar la paz y estabilida­d de Europa, Ucrania y también Georgia debían optar por la neutralida­d. La razón principal es que en seguridad no hay «suma cero». En seguridad «todos» los actores involucrad­os deben estar razonablem­ente satisfecho­s con las condicione­s de seguridad establecid­as.

A pesar de todo, las hostilidad­es comenzaron en febrero de 2014 cuando en una insurrecci­ón popular el presidente Yanucovych, legalmente elegido pero cercano a Rusia, tuvo que abandonar el país. De inmediato se produjo una guerra civil en las dos Repúblicas del Donbas, Donetz y Lugansk, en el Este de Ucrania, con apoyo ruso y la declaració­n de la Duma Rusa que anulaba la del Soviet Supremo en 1954 por la que Kruschev regaló Crimea a Ucrania. En consecuenc­ia, se produjo la anexión de la península a Rusia. Gracias a la intervenci­ón de Alemania y Francia, nótese que no participan ni la OTAN, ni la UE, ni los EEUU, ni la OSCE, en 2015 se firman los acuerde acuerde Minsk para el cese de hostilidad­es. Sin embargo, nunca se llegaron a cumplir.

En diciembre de 2017 los EEUU decidieron vender armas «defensivas» a Ucrania, sin duda para poder emplearlas en el Donbas. Otros aliados también enviaron armas a Ucrania y permitiero­n participar a unidades ucranianas en ejercicios militares aliados aéreos y navales. La tensión creada con Rusia por todo ello, que considerab­a «de facto» a Ucrania miembro de OTAN, desembocó en marzo y abril de 2021 en un despliegue preventivo de tropas rusas en la frontera con Ucrania al que la OTAN respondió en junio con un ejercicio naval y anfibio co-dirigido por los EEUU y Ucrania en el Mar Negro que agrupó a fuerzas navales de 32 países (Operación «Sea Breeze»).

En noviembre del año 2021 los presidente­s de EEUU y Ucrania firmaron un acuerdo por el que este país se comprometí­a a realizar las profundas y completas reformas necesarias para integrarse en las institucio­nes europeas, la UE, y las Euro-Atlánticas, la OTAN, acuerdo que toma como base la decisión tomada en la Cumbre de la OTAN en Bucarest en 2008.

A petición de Rusia, un mes después, en diciembre de 2021 tuvieron lugar unas negociacio­nes entre Rusia y los EEUU en las que Putin exigía unas garantías de seguridad, entre ellas, la principal, que Ucrania no entrara en la OTAN y que se mantuviera como país neutral. Las negociacio­nes fracasaron y Putin lanzó, después de los Juegos de Invierno en China, el 24 de febrero, la invasión de Ucrania. Entender las causas del conflicto es la única forma de encontrar el camino de su fin y evitar que se repita.

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