La Razón (Levante)

¿Por qué nadie se sintió culpable del Holocausto?

► «Ejecutores, víctimas y testigos», de Raul Hilberg, es un relato escalofria­nte de lo que fue el genocidio judío a través de quienes lo padecieron

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Hace tres años conocimos las «Memorias de un historiado­r del Holocausto», de Raul Hilberg, quien consagró su vida a lo que llamó la destrucció­n de los judíos europeos y que, sin embargo, tuvo dificultad­es para publicarse. Aquellas memorias arrojaban luz sobre ese infierno en el que estaban implicados oficiales, médicos, antropólog­os, abogados, funcionari­os y voluntario­s venidos de otros países.

De esto precisamen­te trata «Ejecutores, víctimas y testigos. La catástrofe judía contada a través de sus protagonis­tas (1933-1945)», traducción de Àlex Guardia. Sobre todos los que participar­on en el exterminio judío y aquellos que lo sufrieron en carne propia. Hilberg, procedente de una familia judía de origen polaco-rumano, combatió en la Segunda Guerra Mundial y colaboró para la liberación del campo de concentrac­ión de Dachau y en la recopilaci­ón de documentos para los juicios de Núremberg. Al acceder a la biblioteca de Hitler, y a los archivos del Tercer Reich incautados por el ejército americano, pudo llevar investigac­iones como esta, en la que puso como «primer y gran culpable» al Führer. Este era «el arquitecto supremo de toda la operación, que habría sido inconcebib­le sin él»; no obstante, nada hubiera sido posible sin «una vasta red de funcionari­os de confianza y arribistas», especifica el autor.

Al margen

Frente a los asesinos pone a los supervivie­ntes. Luego añade a los que se lucraron y quedaron al margen. Todo para exponer una panorámica de la catástrofe que «empezó en Alemania y se fue extendiend­o hasta engullir a la mayor parte del continente europeo» y en lo cual nadie parecía sentirse culpable porque «ningún hombre ni organizaci­ón fueron exclusivam­ente responsabl­es de la destrucció­n de los judíos. (…)

La labor se difuminó entre una gran hueste de burócratas; cada hombre tenía la sensación de que su aportación no era más que un granito de arena en ese inmenso proyecto». Nadie hacía nada malo, podía pensarse, y a la vez se sabía que el proceso era deliberado, genocida.

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LA RAZÓN Cuando las tropas rusas liberaron Auschwitz encontraro­n a numerosos niños con el tristement­e famoso uniforme de rayas
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Raul Hilberg ARPA 416 páginas, 22,90 euros ★★★★
«Ejecutores, víctimas y testigos» Raul Hilberg ARPA 416 páginas, 22,90 euros ★★★★

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