La Razón (Levante)

«Lo más bonito de ser campeón es el proceso»

Kiko Martínez Boxeador Defiende su título mundial del peso pluma ante el británico Warrington en Leeds, pero no tiene miedo

- Domingo García.

KikoKiko Martínez (Caniles, Granada, 1986) defiende esta noche (DAZN, 20:00) su corona de campeón del mundo del peso pluma en la versión de la IBF. Lo hace en Leeds, en casa de su rival, el británico Josh Warrington, pero Kiko está acostumbra­do. El cinturón también lo ganó en Gran Bretaña contra Kid Galahad. Entonces dijo que había vivido «como un monje» durante dos años para ser campeón del mundo. Su preparació­n ahora no parece que haya cambiado.

¿La preparació­n ha sido tan dura como la del último Mundial?

Igual. Es mi filosofía, vivo como un monje todos los días, no salgo de mi casa, duermo solo y no me junto con nadie. Todos los días a las 9 estoy en la cama y llevo ocho semanas sin juntarme con nadie. No veo a nadie, sólo a mis hijas, las llevo al cole y me vuelvo a mi casa. Hago lo justo en la calle, voy a comprar y poco más. No tengo ocio, no tengo vacaciones, no tengo nada. Vivo como un monje igual que antes de la pelea con Callahad. Han sido diez semanas durísimas de preparació­n, un campamento durísimo, igual que todos. No conozco campamento­s suaves.

Le da pena no poder hacer la defensa del título en España?

Mi vida siempre fue así. Si al final cuando termine mi carrera quiero tener un futuro estable tiene que ser peleando fuera de casa. Yo no quiero estar peleando en casa por poco dinero porque a mí eso ya no me compensa. Prefiero pelear fuera. No tengo miedo porque mi carrera siempre fue de esta manera. A mí nadie me lo puso fácil. Voy a Leeds a ganar mi pelea y luego si quieren que vuelva a Inglaterra volveré y ganaré.

¿Su mujer y sus hijas qué le dicen?

Que hasta cuándo voy a seguir así. Que cuándo se va a acabar todo esto, pero es un futuro para nosotros, para mis hijas. Todos remamos en el mismo sentido, que es que a mis hijas el día de mañana no les falte de nada, que tengan una vida más fácil, una educación increíble y, sobre todo, que vean lo que cuesta ganar las cosas. Ellas están entendiend­o que nada es gratis en esta vida, viendo a su padre trabajar todos los días, madrugar, levantarse a las cinco de la mañana para llevarlas al colegio, igual que a su madre ir todos los días a trabajar. Ellas entienden lo duro que es el deporte y lo que cuestan las cosas, es un valor que les queremos dar mi mujer y yo.

¿Nunca ha pensado abandonar en este camino?

Pensar en abandonar es algo que a todo el mundo se nos pasa por la cabeza. Empezamos directamen­te a boxear y nos han pegado el primer día en el gimnasio. Hemos llegado el primer día y nos han hinchado la cara, y el segundo y el tercero. Y hasta el mes o así no empiezan a salir las cosas bien. Ahí empezamos a entender que no queremos ser boxeadores. Cuando corremos a las cinco de la mañana y nos toca el despertado­r tampoco queremos ser boxeadores, cuando tenemos hambre y no podemos comer lo que queremos tampoco queremos ser boxeadores. Claro que se me ha pasado por la cabeza no seguir boxeando, pero yo no pienso si quiero hoy, pienso que quiero mañana ser campeón del mundo. Y ése es el único objetivo que tengo en mi vida. Por muchas piedras que yo pase en el camino, hasta que llegue a mi fin no voy a parar.

¿Cuándo decidió que quería ser boxeador?

Yo jugaba al fútbol y a los trece años me apunté a kickboxing para ponerme fuerte. Estaba constantem­ente en la calle, se reían de mí, de mis hermanos y sólo quería ponerme fuerte para defenderme. Y a los dos o tres días yo quería ser campeón del mundo, yo quería ser boxeador.

¿Disfruta más ahora que cuando empezaba?

Sí. Eres más mayor y ya no ves las peleas esperando que pasen, ya ves las peleas viviendo el proceso. Eso solamente lo da la experienci­a. Cuando era joven solamente quería que llegara la pelea, pero lo más bonito de ser campeón es el proceso.

¿Lo fundamenta­l es no caer en la tentación de rendirse?

Yo creo que es donde fallan muchos, se quedan en el camino porque el proceso no lo aguanta todo el mundo. Es muy duro, es más duro que la pelea. Estar diez semanas encerrado en tu casa solo, comiendo lo que tienes que comer y bebiendo lo que tienes que beber es más duro que subir a un ring y partirse la cara con alguien. Eso al final le gusta a todo el mundo, pero no todo el mundo aguanta el proceso.

A los 13 años me apunté a kickboxing, solo quería ponerme fuerte para defenderme»

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MARK ROBINSON / MATCH ROOM

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