Las limosnas de Sánchez, un fiasco
LaLa obsesión del Gobierno por criminalizar a los empresarios, sean del sector que sean, en cuanto las cosas se le tuercen va camino de la prevaricación. Después de los agricultores, a los que llegaron a catalogar de «cortijeros» y «terratenientes», las eléctricas y los transportistas, a los que acusaron de pertenecer a la «extrema derecha» –como si ser de extrema derecha fuera un delito y la extrema izquierda habitara entre algodón de azúcar y manzanas glaseadas–, ahora le toca el turno a las petroleras y, aún más, a las estaciones de servicio, pymes en su mayoría.
El Gobierno atiza al sector de los combustibles porque sus cupones de descuento, que adelantan de su bolsillo esas mismas pymes, son un rotundo fracaso. Un fiasco como la milonga esa de que la factura eléctrica es como la de antes (como la de 2018) gracias a las rebajitas de Pedro Sánchez. No cuela. La factura de un hogar medio, con cuatro miembros en su interior, es como mínimo un 20% superior a la de 2018 desde que comenzara la escalada allá por el verano de 2020, inflación incluida, que para eso la pagamos por muchos trucos, artificios, asteriscos y coletillas que le ponga el Gobierno a sus promesas.
Con los combustibles está pasando tres cuartos de lo mismo. Como publica este diario, hay 1.300 estaciones de servicio en España con el precio del diésel en el rango de los dos euros el litro, un reflejo del récord de precios que marcan tanto el diésel como la gasolina. Y es que, una vez aplicado el descuento, la gasolina se vende a una media de 1,637 euros el litro, mientras que el gasóleo gasóleo lo hace a 1,672 euros. Ante ese precio, el descuento de 20 céntimos se antoja una limosna con escasa incidencia, especialmente para los grandes consumidores.
¿Qué hace el Gobierno? Sembrar la duda sobre la honestidad de los propietarios de las estaciones de servicio, con la ministra de Economía, Nadia Calviño, asegurando que cortará el descuento si detecta que los surtidores están absorbiendo esa ayuda y manteniendo los precios altos. Al parecer Calviño no quiere ver los precios del crudo (en 111 dólares el barril con el euro en caída, lo que encarece el producto final). Tampoco los mercados de futuros, que marcan más de 100 dólares hasta mediados de 2023.