Crónica sentimental desde la aldea
► Gómez Bárcena crea una original estructura literaria para contar la historia de su pueblo natal desde los orígenes hasta la actualidad
La novelística de Juan Gómez Bárcena (Santander, 1984) se ha ido afianzando como una original narrativa marcada por la innovadora estructura argumental, el juego con los espacios temporales y una aguda sensibilidad autorreferencial. El minucioso tratamiento del lenguaje le aboca a una prosa clásica que proporciona a sus historias una reconocida excelencia literaria. Sabe infundir a sus personajes un singular hálito de autenticidad, protagonistas estos de convulsas y emotivas ficciones donde la Historia acostumbra a ser el marco de sus atormentados dilemas éticos. Es lo que caracteriza a «El cielo de Lima» (2012), «Kanada» (2017) o «Ni siquiera los muertos» (2020). En su nuevo libro, este «Lo demás es aire», encontramos a un escritor regresando a Toñanes, su pueblo natal, para reconstruir un pasado de siglos a través de diferentes voces testimoniales. Configura esa evocación como un «patchwork» formado por historias vecinales, documentos administrativos, leyendas, noticias periodísticas e imaginativas invenciones. Estos materiales nos llevan a la vida cotidiana de esa aldea en los siglos XVII y XVIII, y a la Guerra Civil española en un vaivén temporal que aúna los logros y fracasos de varias generaciones. Es también la crónica sentimental de un territorio que, en su rural sencillez, expresa la integridad moral de la comunidad. El curso del relato remite al montaje cinematográfico, dando la impresión de simultaneidad atemporal en un alarde de innovadora innovadora estructura narrativa. En el contexto de la actual España vaciada, una ráfaga de esperanzado lirismo recorre estas páginas: «El sol ya se ha puesto. Cae la noche sobre Toñanes, o más bien es el sol el que cae y la noche la que se levanta como una inmensa bóveda negra. A lo mejor hay luna y a lo mejor hay estrellas y a lo mejor hay algunas ventanas iluminadas por candiles. Por lo demás, algo semejante a la oscuridad. Algo semejante al silencio».
Ambición formal
Se trata, en fin, de una novela de conseguida ambición formal que demanda la complicidad de un lector dispuesto a navegar por la intrahistoria de gente anónima que adquiere protagonismo enfrentándose a vicisitudes cotidianas y conmociones sociales. En la interacción entre los muertos recordados y la actualidad de los vivos, Toñanes emparenta con Comala, de Juan Rulfo, o Macondo, de García Márquez. Recorriendo siglos se expresa eficazmente la continuidad identitaria de una pequeña comunidad.