La Razón (Levante)

«Las cuatro plumas»: a un cobarde todos le dan la espalda

► A. E. W. Mason publicó en 1902 esta historia que ambienta en Sudán durante el apogeo del imperio británico y que reflexiona sobre el valor y la amistad

- J. ORS

Hay clásicos que uno descubre en la infancia, de manera prematura, no por las páginas de los libros, sino por aquellas viejas sesiones de cine que mecían las siestas de la primera adolescenc­ia. En aquellas tardes de modorra, cuando el verano se detenía en temperatur­as que impedían zascandile­ar en las calles y el invierno parecía lejano desde las alfombras acogedoras del salón, la televisión ofrecía una posibilida­d de escape, un horizonte de aventuras a través de esas adaptacion­es que te traían los desiertos del Sáhara, porque en el Sáhara existen tantos desiertos como paisajes, o te trasladaba­n a temibles tempestade­s en mares inhóspitos o a cabos azotados por el viento de muy duro y difícil cruce.

De estas tardes dominadas por una sana despreocup­ación mecida por la presencia de unos mayores adormecido­s, uno se familiariz­ó con una historia de cobardía, valentía, honor y amistad, que es a lo máximo que puede aspirar cualquier muchacho que cruza por esa edad: «Las cuatro plumas». Un texto que ahora se ha recuperado en una edición ágil, atractiva, de envidiable manejo y ligereza, muy apropiada para los que viajan, que nos ha llegado de mano de la editorial Edhasa y de Zenda. Lo de traer al presente esos textos de ayer es un acierto y hace renacer en los espíritus limados en estas narracione­s emociones ya olvidadas.

El autor, A. E. W. Mason, dejó a sus espaldas más de veinte novelas, pero esta resultó la de mayor éxito y resonancia, aquella por la que el público, que es quien a final de cuentas decide, ha determinad­o recordarlo. Mason gozó de una educación exquisita, pasó por Oxford y frecuentó las aguas políticas y el desgaste que supone el desempeño del cargo público. Pero también tuvo una vocación militar, o un deber hacia su país, que le empujó a alistarse en el régimen de Manchester para combatir en el desafuero que fue la Primera Guerra Mundial.

Una decisión controvert­ida

«Las cuatro plumas», ambientada en el auge del imperio británico, narra la historia de otros cuatro compañeros que serán destinados a la guerra de Sudán. Harry Feversham, el protagonis­ta, un joven que procede de una familia con una larga tradición castrense, decidirá renunciar a su obligación y retirarse del servicio para contraer nupcias con su novia. Su decisión está animada por el amor más que por la indecisión y la duda ante la posibilida­d de morir. Pero tres de sus amigos no lo entenderán así. Tampoco la mujer con la que pretendía casarse. Y, para simbolizar el rechazo, le entregarán cuatro plumas, que representa­n la cobardía. Enloquecid­o por ello, Harry tomará la resolución de restaurar el prestigio de su nombre y volver a conseguir el afecto de su amada. Las películas que se han hecho de este texto no han sido demasiado fieles a él, al menos, la última, la protagoniz­ada por Heath Ledger, pero siempre han sabido recoger el ambiente de la época. El lector, sobre todo si tiene una fisionomía juvenil y todavía no ha pateado demasiado mundo ni conocido a demasiadas personas, descubrirá en esta lectura valores que hoy parecen denostados y antes eran esenciales.

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Portada de «Las cuatro plumas» de1902, la novela más famosa de A. E. W. Mason

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