Opinión Una situación crítica
PodríamosPodríamos llegar a pensar que España no es un país excesivamente amigable para la práctica profesional de las enfermeras, el cuidado, porque no se contratan las necesarias. Faltan enfermeras, faltan muchas enfermeras. No es una situación nueva, surgida por la llegada de una pandemia aterradora, no. Es una carencia histórica a la que nadie con poder de decisión ha tenido la valentía de enfrentarse y corregirla. Lo que la pandemia ha hecho es visibilizar lo que ya sabíamos, y empeorar la situación al provocar abandono profesional y jubilaciones.
Según Eurostat (2021), España está entre los peores países de Europa en cuanto al número de enfermeras asistenciales (por supuesto por debajo de la media europea) y en el lugar 61 de los países OCDE.
La grave escasez de enfermeras universitarias no es sólo un problema que provoque demoras de atención o falta de control de pacientes crónicos, o incluso que empeore la calidad y satisfacción percibida por usuarios: es en realidad un grave problema para la salud pública.
En gestión es bien sabido, y además es una evidencia científica indiscutible, el hecho de que ante la falta de enfermeras aumenta la mortalidad. O que aparezcan más eventos adversos, en ocasiones graves o fatales, como errores medicamentosos, caídas, infecciones, etcétera. Por eso, más que propuestas corporativistas, en el Día Internacional de las Enfermeras quizá deberíamos reclamar mayor seguridad clínica y calidad asistencial para la población con más enfermeras y en más puestos de responsabilidad y liderazgo. Unas enfermeras que si por algo son reconocidas, es por su excelente formación y eficiencia, que provoca alta demanda en países de nuestro entorno europeo.