La Razón (Levante)

Nadal pierde y preocupa

► El balear, que jugó un gran primer set, cae ante Shapovalov (1-6, 7-5 y 6-2) en los octavos de Roma y termina cojo

- Francisco Martínez.

En Madrid un periodista se preocupó por Nadal después del partido de octavos contra Goffin, que terminó ganando: le vio cojear. «No te preocupes», le respondió Rafa. «Si me vieras todos los días no te preocuparí­as, porque muchos voy cojo. Tengo una lesión crónica e incurable en el pie izquierdo», explicó. El dolor viene y va y en el partido de octavos de Roma contra Shapovalov vino para quedarse. Lo que había empezado de maravilla terminó en derrota y preocupaci­ón: 1-6, 7-5 y 6-2. Se notaba en su cara, en los gestos extraños, en el momento en el que en el tercer set se apoyó donde tiene las toallas y se quedó ahí recostado mirando al suelo. Se notaba también en sus movimiento­s, notablemen­te limitados. No del todo, pero sí, quizá, para dar la mano a su rival y hasta la próxima. Pero decidió aguantar en pista a ver qué pasaba, como sucedió en el Open de Australia contra el mismo tenista canadiense, que aquella no supo rematar a Rafa cuando le había dado un golpe de calor y el español lo aprovechó.

No se repitió la historia. Nadal podía moverse pero le costaba arrancar. Y el fogoso Shapovalov hizo lo que debía para vencer en un parcial definitivo que no tuvo mucha historia y sí agonía del manacorens­e. Se va Rafa del Masters 1.000 italiano con una duda más en su cabeza, una grande y derivada de la otra que le afecta estos días. La fisura en una costilla le cortó una temporada que había empezado como un tiro, y llegó además en el momento del curso que suele ser más importante para el tenista que ha ganado 20 Grand Slams, la gira europea de tierra batida. Ha estado seis semanas casi sin entrenar en pista. Al estar tanto tiempo parado por la costilla esa lesión crónica en el pie es una incógnita y tiene que volver a adaptarse a la exigencia. Su esperanza es que conoce la dolencia y sabe que otras veces igual que ha venido se ha ido (más o menos) o le ha dejado competir, como el pasado enero en Australia. Es más, se la diagnostic­aron en 2006 y ha conseguido hacer una carrera larga para convertirs­e en uno de los mejores tenistas de siempre.

Y eso que todo había comenzado impecable para el español en un primer set en el que se encontró con un Shapovalov que sacó de forma fantástica, pero él restó mejor. Devolvía la pelota fuerte y profunda y el canadiense empezó a desesperar­se. La paciencia no es su virtud. Juega con riesgo y eso le hace cometer fallos, pero esta vez eran errores no forzados/forzados, porque la bola de Nadal tenía mucho bote e iba larga y eso hace que siempre se golpee en posiciones incómodas. En el segundo set pudo romper de inicio Rafa y si lo hubiera conseguido a lo mejor se hubiera lanzado a por un cómodo triunfo. Pero aguantó Shapovalov y no lo hizo el pie del balear.

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EFE Nadal se lamenta en un descanso de su partido contra Shapovalov

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