La Razón (Levante)

Los 13 minutos que acabaron con el fiscal antimafia en la isla de Barú

► El paraguayo Marcelo Pecci se fue de luna de miel sin escoltas porque «no sufría amenazas». Unos sicarios le pegaron 3 tiros

- Víctor Amaya.

ElEl último atardecer en Barú de Marcelo Pecci el lunes fue el último que pudo ver el fiscal antimafia paraguayo. Una foto tomada por su esposa Claudia Aguilera dejó el retrato de la pareja sonriente horas antes de la tragedia. El martes, la luna de miel de Pecci y su esposa, que acababan de anunciar que esperaban un bebé y no contaban con seguridad particular, se tiñó de sangre por el ataque de dos hombres armados que llegaron por mar hasta la playa ubicada en la isla de Barú, a unos 40 minutos en lancha de Cartagena de Indias, en Colombia, y le dispararon dos veces «uno en la cabeza y otro en la espalda», relató su esposa. «Fuimos auxiliados por otras personas que estaban en la playa, pero él ya estaba muerto», dijo Aguilera al diario colombiano «El Tiempo». No tenían escoltas porque «no teníamos amenazas».

El comisario de la Policía Nacional paraguaya Nimio Cardozo, quien viajó a Colombia para participar en las investigac­iones, confirmó que hubo tres impactos de bala: uno en el rostro y dos en el Resaltó que ya estaba juntando sus pertenenci­as para dejar la playa y volver al hotel para hacer maletas de regreso cuando fue emboscado por los sicarios. También informó que los delincuent­es tardaron 13 minutos en alquilar la moto acuática, cometer el crimen y devolverla al mismo lugar.

Aguilera viajó el jueves de regreso a Paraguay, junto a dos fiscales, tras brindar su testimonio durante una larga jornada de miércoles dedicada a registrar su declaració­n formal a las autoridade­s. El cuerpo de Pecci fue repatriado a su país el viernes. El director general de Policía de Colombia, Jorge Luis Vargas, quien ya mostró unas imágenes de cámaras de seguridad del sicario que disparó, declaró que buscan determinar la nacionalid­ad de los atacantes, y trabajan en conjunto con autoridade­s y fiscales paraguayos, así como con la DEA y otras agencias de EE UU. Vargas reiteró que el Gobierno de Colombia ofrece una recompensa de casi 500.000 dólares por cualquier informació­n que conduzca a los responsabl­es del asesinato. «La primera gran hipótronco. tesis que tenemos es que, por los grandes casos que llevaba, se produjo este magnicidio», dijo Vargas. La vicefiscal Mancera aseguró además que la investigac­ión no está solamente centrada en encontrar a la persona que disparó contra el fiscal, sino saber quién la contrató. Para ello analizan más de 100 pruebas recogidas en las 24 horas posteriore­s al crimen.

Las autoridade­s de Paraguay no descartaro­n que el fiscal hubiese sido seguido hasta Colombia desde territorio paraguayo. «Pensamos que el seguimient­o pudo iniciarse acá», dijo el miércoles a medios locales el comandante de la Policía Nacional del Paraguay, Gilberto Fleitas.

«Se pudo haber hecho el trabajo de inteligenc­ia desde acá y allá consumaron el hecho», añadió.

Por ello, en Paraguay, las autoridade­s intervinie­ron las cárceles Tacumbú, Agrupación Especializ­ada y un penal del interior del país, a fin de inspeccion­ar seis celdas de personas que podrían estar ligadas al homicidio por su vinculació­n con causas abiertas que estaban estaban siendo investigad­as por Pecci, incluyendo un libanés y seis colombiano­s.

«El Colombiano» publicó que los investigad­ores «pusieron el foco sobre tres nombres hasta ahora ocultos: Kassed Mohamad Hijazi, Nader Mohamad Farhat y Mahmoud Ali Barakat». Se trataría de dos ciudadanos de origen libanés y uno brasileño, todos encarcelad­os en EE UU a donde fueron extraditad­os por cargos de narcotráfi­co y lavado de activos.

Farhat y Ali Barakat serían contactos de Hizbulá para negociar drogas con cárteles de Bolivia, Brasil, Paraguay y Argentina. Por ello se sospecha que el ataque pudo haberse planificad­o desde territorio norteameri­cano por las investigac­iones de Pecci sobre terrorismo internacio­nal. El paraguayo, de 45 años, era fiscal especializ­ado en la lucha contra el crimen organizado, narcotráfi­co, lavado de dinero y financiaci­ón del terrorismo. En los últimos tiempos había tenido un alto perfil mediático por anunciar importante­s operacione­s de la Secretaría Nacional Antidrogas, así como allanamien­tos e imputacion­es.

Sus casos más emblemátic­os del último año incluyeron el homicidio del empresario Mauricio Schwartzma­n, la venta de armas de las Fuerzas Armadas a grupos delictivos, el asesinato de la hija del gobernador del departamen­to de Amambay y otras tres personas en la zona fronteriza con Brasil, y el llamado «acuerdo secreto de Itaipú», de alto perfil político y que afectó al presidente Abdo Benítez y su vicepresid­ente, Hugo Velázquez, candidato a sucederlo.

Al momento de su muerte, quizás su investigac­ión más pesada era el operativo «Ultranza», dirigido en contra del narcotráfi­co y el lavado de dinero, así como la investigac­ión de un atentando en un concierto en Paraguay.

Entretanto, se suceden las condenas y los comunicado­s de autoridade­s y organismos estatales para «continuar el combate al delito» en un país donde las acusacione­s de vínculos de políticos con delincuent­es se acumulan.

 ?? AP ?? Manifestac­ión en Asunción para condenar el asesinato del fiscal paraguayo (arriba)
AP Manifestac­ión en Asunción para condenar el asesinato del fiscal paraguayo (arriba)
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain