La Razón (Levante)

Líbano acude a las urnas en medio de su peor crisis en décadas

► La profunda recesión económica y la endémica corrupción de los partidos marcan las elecciones legislativ­as

- Antonio Navarro.

LíbanoLíba­no celebra hoy elecciones parlamenta­rias en medio de una grave crisis económica y social que comenzó en 2019 y un profundo descontent­o general. También son los primeros comicios que tienen lugar tras la explosión del puerto de Beirut en agosto de 2020, en la que murieron 215 personas y miles resultaron heridas. La presión de la comunidad internacio­nal ha permitido que en esta ocasión las legislativ­as se celebren cuatro años después de las anteriores, para cuya celebració­n hubo que esperar nueve.

A pesar del profundo malestar existente en la sociedad libanesa, amén de la polarizaci­ón consustanc­ial al panorama político nacional, y de la fortaleza del movimiento civil que desde 2019 protesta contra las élites gobernante­s, la incapacida­d de la oposición a la hora de unirse en una gran plataforma y las especifici­dades del sistema político –más del 70% de los 128 escaños de la Cámara de Diputados están asignados según el criterio confesiona­l-hacen poco factible una victoria de formacione­s contrarias al «establishm­ent». El boicot del principal partido suní, el Movimiento del Futuro de Saad Hariri, a los comicios puede alterar la ecuación de fuerzas en este campo.

En enero el ex primer ministro Saad Hariri abandonaba la política y pedía lo mismo a sus compañeros de Movimiento del Futuro. Incapaz de formar Gobierno, el hijo de Rafic Hariri –ex primer ministro en dos ocasiones asesinado en 2005– había dimitido a comienzos de 2020 en medio de persistent­es protestas ciudadanas contra la clase política.

En el campo cristiano, tres partidos medirán sus fuerzas: el Movimiento Patriótico Libre del octogenari­o presidente Michel Aoun, las Fuerzas Libanesas y el Movimiento Marada. En el chií, el movimiento Hizbulá, que reivindica ser la única formación con propuestas orientadas a mejorar las condicione­s de vida del común de la población y genuinamen­te contraria a la existencia de Israel, revalidará cómodament­e su posición

El reparto de escaños por confesione­s impide la victoria de formacione­s anti «establishm­ent»

de privilegio en su ámbito confesiona­l y seguirá siendo una pieza clave en el Gobierno.

El siempre precario equilibrio político libanés se basa en un sistema construido sobre la base del reparto de la representa­ción y el poder a partir de cuotas religiosas (en un país en el que se reconocen oficialmen­te 18) basándose en un censo de los años 30. Un entramado político que con el paso de los años ha profundiza­do en el sectarismo y hecho de la corrupción una realidad persistent­e. Una norma no escrita establece que la presidenci­a de la República sea para un cristiano maronita, que el primer ministro sea un musulmán suní y que el presidente del Parlamento sea un musulmán chií.

Líbano vive desde hace ya varios años la que el Banco Mundial ha calificado como una de las peores crisis en 150 años. La moneda nacional ha perdido más del 90% de su valor desde 2019, lo que ha hundido el poder adquisitiv­o de la sociedad libanesa. La inflación alimentari­a interanual se situaba en un 350% a finales del año pasado. Un 80% de su población se encuentra por debajo del umbral de la pobreza. A las penurias económicas que sufre la población se han sumado otros problemas como los frecuentes cortes en el suministro eléctrico por las deficienci­as en la red o la suspensión de la recogida de basuras.

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AP Los centros de votación reciben el material electoral, ayer, en Beirut, Líbano. Unos 3,7 millones de libaneses están llamadas a las urnas

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