La Razón (Levante)

L Una historia de ambición y traiciones empoderada­s

- Alberto Bravo.

a historia de las Spice Girls es ciertament­e insólita. Lo más normal fue su fabricació­n, casi como la de cualquier grupo construido en los despachos con un severo plan de ruta. Lo que siguió después sí que fue casi increíble: su tremendo impacto mundial, la ambición de sus componente­s, los celos, las traiciones, la insoportab­le presión del éxito, las persecucio­nes y finalmente su disolución. Quién lo iba a decir aquel 15 de mayo de 1997, hace 25 años, cuando eran las reinas del mundo al lograr el primer puesto de las listas en Estados Unidos con el disco «Spice» y convertirs­e así en el primer grupo británico en conseguir un número uno en Norteaméri­ca con su álbum de debut.

En realidad, la historia comienza tres años atrás, cuando el dúo de managers compuesto por Chris y Bob Herbert tienen la idea de formar un grupo musical en contraposi­ción a los chicos de Take That. Debía ser un grupo de chicas, cada una con su propia personalid­ad e imagen, para intentar ampliar las miras e intentar atraer también al público masculino. Ponen un anuncio en los periódicos y comienza la audición de cientos de muchachas. No importa tanto el físico o las cualidades vocales como lo que transmita cada chica ante la cámara. Y así aparecen cinco elegidas: Victoria Adams, Melanie Brown, Melanie Chisholm, Geri Halliwell y Michelle Stephenson. Meten a todas ellas en una casa de tres habitacion­es en Berk-shire, al este de Inglaterra, y comienza la «formación» del grupo. Al poco tiempo, Michelle Stephenson se cae del grupo porque debe cuidar su madre, enferma de cáncer, y entra en su lugar Emma Bunton. Todavía no se llaman Spice Girls, sino Touch. El equipo de producción va definiendo cosas: aplican una marcada personalid­ad a cada una de las chicas, les dan una ropa, reciben clases de interpreta­ción, graban maquetas, prueban las canciones que les traen… Hasta aquí todo más o menos normal. Lo que pasa es que los managers no contaban con dos cosas. La primera es que con el paso de los días, las chicas se van haciendo más y más amigas hasta el punto de formar un único núcleo. Y lo segundo es la personalid­ad que tienen todas ellas. De tal forma que al poco tiempo comienzan a mostrar opinión propia, a proponer y a rechazar cosas. Incluso canciones. Y ya es demasiado tarde para que los Herbert, que ya han invertido un buen dinero, se echen atrás.

Pasa el tiempo hasta llegar a 1996 y el lanzamient­o del sencillo «Wannabe» acompañado de un vídeo espectacul­ar en el que se muestra otra de las razones del éxito. Lo llaman «Girl Power» y lo venden como su filosofía de grupo. Es empoderami­ento empoderami­ento femenino puro y duro. Justo en el momento preciso. El single es un tremendo éxito con 145 millones de copias vendidas en todo el mundo. El 4 de noviembre, en plena campaña prenavideñ­a, llega el disco «Spice». Aquello ya no había quien lo parara.

Cada chica (y casi cada chico) quería ser una Spice Girl. Una en concreto. «Wannabe» y el disco eran un martillo pilón y todos se morían de ganas no solo de verlas, sino de saberlo todo de ellas. Las chicas comienzan a hacer el juego a la prensa sensaciona­lista, algo que pagarían más tarde, mientras Spice Girls se convierten en una marca: camisetas, muñecos, refrescos, libros, golosinas… Todo es susceptibl­e de incorporar ese nombre que es la gallina de los huevos de oro. Y llega hasta la película «Spiceworld». Lo proclama la revista «Rolling Stone»: «Las Spice Girls conquistan el mundo».

Vidas desiguales

Y entonces llega lo impensable: las Spice Girls despiden a Simon Fuller, el agente que les lleva todo. Algo inesperado, toda una muestra de poder. Fuller respondía a todo lo que se espera de un representa­nte sin escrúpulos: agenda asfixiante, obligacion­es estresante­s, poca disposició­n al diálogo, comisiones abusivas… Y sí, las Spice Girls muestran lo que es el empoderami­ento femenino en toda su dimensión. Sin embargo, las chicas no encuentran un sustituto que combine bien negocios con afecto. El dinero sigue llegando a chorros, pero comienzan los problemas. La ambiciosa Geri decide irse por su cuenta mientras la prensa sensaciona­lista británica, fiel a sí misma, comienza a hurgar en las vidas de las muchachas.

El segundo disco, ya como cuara teto, se publica en diciembre de 1998 y se llama «Goodbye». El éxito continúa, pero a un ritmo decadente. También comienzan a dar síntomas de estar cansadas y afrontan proyectos en solitario. Mientras, la prensa sensaciona­lista encuentra un filón en Victoria y David Beckham,lasupuesta­anorexiade­Geri, las depresione­s, los celos y tantas cosas que ya es imposible discernir realidad de ficción. Como es la propia historia de las Spice Girls. En 1999 el grupo se toma un descanso y en 2001 la historia se acaba. Aquello era insostenib­le.

¿Qué llegó después? Lo cierto es que el recorrido de las Spice Girls muestra una trayectori­a desigual. Se puede decir que todas ellas, es Victoria quien puede presumir de ser la gran celebridad de lo que quedó. No solo por su matrimonio con Beckham, sino por el éxito de sus decisiones. Empezando por la creación de su propia línea de moda. Todos dijeron siempre que era la más inteligent­e del grupo. Geri tuvo éxito con su disco de debut en solitario, pero ahora mismo su carrera artística no tiene relevancia. Pasó por muy malos tiempos y una tremenda depresión que visibilizó en un documental. En noviembre de 2020, estrenó una serie original de YouTube, «Rainbow Woman», que escribió, dirigió y se desempeñó como productora ejecutiva. Pasó sin pena ni gloria. Más anodinas fueron las vidas y carreras de Melanie Chisholm, que sigue haciendo música, y de Emma Bunton, locutora de radio. Todo lo contrario que Melanie Brown, cuya vida se entregó a la turbulenci­a con muchas decisiones equivocada­s. Hasta protagoniz­ó un deprimente «reality show» y luego tuvo un hijo con Eddie Murphy, actor a quien llevó a juicio, y ganó, por no querer reconocer la paternidad del bebé.

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