El tabú de la trangresión izquierdista
►Todo está en los libros, decía la canción. Baudelaire afirmó ya en el siglo XIX que la existencia de moral o de tabúes sociales y gregarios, en sí mismos, aumentaba el placer de la transgresión pública. En otras palabras, es el conocido gusto por lo prohibido. Cuantas más cosas prohíba el Ministerio de Igualdad y sus puritanas más placer causará saltarse esas normas y, otra vez según Baudelaire, dará sentido al arte. No hay creación artística sin transgresión de lo oficial. Como escribió Daniel Bell, la contracultura de izquierdas se ha convertido a golpe de subvención en la cultura oficial llena de artistas e intelectuales orgánicos que copian tabúes y cobran. Camille Paglia enumeró en «Sexual Personae» esos límites del nuevo puritanismo que castran la iniciativa. Es el infierno de Oscar Wilde: libres para el sexo, esclavos para el lenguaje.