La Razón (Levante)

Suecia también llama a las puertas de la OTAN y pone fin a su tradiciona­l neutralida­d

El Gobierno decidió con el apoyo de la oposición entrar en la organizaci­ón militar

- Olha Kosova. DNIPRO

El camino de Suecia y Finlandia hacia su integració­n en la OTAN avanza a paso vertiginos­o. El Gobierno sueco decidió ayer en una reunión extraordin­aria que el país nórdico solicite, con el apoyo de la oposición, el ingreso en la organizaci­ón militar a la vista de la insegurida­d regional creada por la invasión rusa de Ucrania.

SerSer la mujer de un soldado no es una vida fácil. Es una relación a distancia con muchas complicaci­ones, reencuentr­os cortos, en algunos casos un + (el mensaje «de acuerdo» en el lenguaje militar) en apenas tres días y ansiedad y preocupaci­ón cuando está en las zonas sin cobertura. Es una vida llena de meses de esperas, oraciones y una esperanza permanente de que la pareja vuelva algún día a casa. Pero a veces estas esperanzas no están destinadas a hacerse realidad.

La guerra se ha convertido en una experienci­a emocionalm­ente dura para muchos ucranianos: perder la casa, la patria, la rutina o el trabajo… A algunos la guerra les ha quitado mucho más. El hijo, el hermano o la pareja. El Gobierno ucraniano no revela la estadístic­a sobre los muertos en el conflicto, pero las redes sociales se han llenado con miles de mensajes cortos sobre velatorios con las fotos de los soldados. ¿Qué hay detrás de estos mensajes? En muchos casos son cartas e historias de amor perdido.

«Hoy es tu cumpleaños. Irónicamen­te, es la primera vez que elegí un buen regalo de antemano. Propuse ir al centro comercial para comprar deportivas y probarlas, pero te burlaste de mí. Hasta el último momento creía que llegaríamo­s a Lisboa, a caminar por allí, comer los pasteles de nata, y enseñarte el fin del mundo», escribió Natalia en su Instagram a Eugeniy, que debería cumplir 28 años.

En una entrevista, Natalia relata que estuvieron unos siete años juntos. Se conocieron en la Universida­d Politécnic­a de Kyiv. A los dos meses de relación, el compañero de Eugeniy murió en la guerra, por eso, decidió apuntarse a Azov… Propuso terminar las relaciones porque hacerla esperar no le parecía justo, pero Natalia «ya estaba perdidamen­te enamorada».

Luego vinieron tres años de relaciones por Telegram, el tren «KiyvMariup­ol», los hoteles y pisos alquilados donde «se amaron muchos meses». «Es muy simbólico que Mariupol también esté completame­nte destruido», comenta Natalia. Cuando volvió de Donbás les costó olvidar la vida en la guerra. Pero el último año ya tuvo un trabajo estable, estaba muy ilusionado con nuevos proyectos, compraron un piso, casi terminaron la reforma y planearon ir juntos de viaje a Portugal en abril.

«Todo estaba tan bien y éramos tan felices. A veces me decía que tenía un presentimi­ento raro, como que no podría ser todo tan perfecto en la vida y debería pasar algo», reconoce Natalia. El 24-F ocurrió lo que tanto temió. El último recuerdo de Natalia fue que Eugeniy, muy tranquilo y seguro, no quiso esperar en el atasco en Kyiv, se puso sus botas militares en el coche, y le dio un beso a ella y a sus padres. «Me culpo a veces. Creo que debí frenarlo, pero no fue posible. Tenía su propio código de honor y quiso defender la patria», dice Natalia.

Eugeniy estuvo entre los soldados que defendiero­n a Kyiv. El 3 de marzo no estuvo conectado y Natalia empezó a preocupars­e, así que escribió a su compañero. Horas más tarde, sus colegas le dijeron que estaba gravemente herido, no hubo manera de sacarle y tuvieron que dejarle en un hotel en Bucha. Un mes después, Natalia seguía buscando a su novio sin perder la esperanza, aunque ya presentía que no estaba vivo. Cuando liberaron Kyiv, encontraro­n a Eugeniy, que murió por pérdida de sangre. Natalia todavía no puede creer que «su amor no funcionara como un escudo mágico». Desde que Eugeniy murió dice que está todo el rato caminando, sin parar, porque «cuando está ocupada se distrae un poco».

«Me hice un tatuaje, una línea por toda la mano hasta el corazón. A veces parece que me vuelvo loca: la miro para comprobar que sigo teniéndolo. Quiero que todo esto no sea realidad». Y añade: «Eugeniy siempre ha sido muy bueno y muy correcto. Ni siquiera cruzábamos la calle con la luz roja. ¿Por qué el destino ha sido tan injusto?».

«Creo que ya no saldré de aquí. Si me pasa algo que recojan a Iryna en el hospital de maternidad», escribió Yaroslav, un soldado de 24 años a su hermano. Iryna, su esposa de 22 años y embarazada de siete meses, dice que los últimos días Yaroslav hablaba como si no hubiera pasado nada «pero su voz le estaba delatando», y no hubo manera de «hacer llamadas de más de 10 minutos por los tiroteos constantes». En 2019, firmó un contrato con las tropas de asalto aerotransp­ortadas. Estuvo dos veces en Donbás,e incluso obtuvo la Orden del Valor por ayudar a sus compañeros a salir de la trampa y salvarles la vida.

Decía que estaba luchando por el futuro libre de sus hijos. El contrato expiraba el 2 de junio y estaba deseando recoger a Iryna con su bebé en el hospital de maternidad. Pero el 2 de mayo murió en el Este de Ucrania como consecuenc­ia de un bombardeo de artillería. Recibió una lesión potencialm­ente mortal: un fragmento rompió la arteria carótida.

«La última vez que hablamos con él me dijo: cree en mí, y todo saldrá bien. No me lo decía pero muchos de sus compañeros ya habían muerto. Estuvo en el centro del infierno», asegura Iryna.

Iryna y Yaroslav estuvieron muy poco juntos, unos ocho meses, pero su relación se desarrolló muy rápido. El tercer día ya empezaron a salir juntos, y al mes y medio le pidió la mano. «Yaroslav ha sido un sol para nosotros, siempre sonreía y nunca se quejaba. Nos conocimos a través de un amigo común, y el primer día que nos vimos, algo en nuestros corazones nos hizo ver que era un alma gemela», confiesa Iryna y añade que «fue un amor tan sincero, tan fuerte, que simplement­e no se puede

Todo iba fenomenal y éramos tan felices. Pero él tenía un presentimi­ento. Tenía que pasar algo y pasó»

Natalia, 27 años

Nos presentó un amigo común, y al primer día de conocerle ya supe que era mi alma gemela» Iryna, 22 años

expresar con palabras». Iryna está convencida de que «gracias a Yaroslav sintió el amor verdadero». Reconoce que el día de su muerte, otros 350 ucranianos cayeron. «Aunque no hay ninguna informació­n oficial confirmada, vi diez fosas recién cavadas al lado de la tumba de Yaroslav», añade Iryna.

In na es una voluntaria de Gulai Polé, un punto estratégic­amente importante que ahora están defendiend­o los soldados ucranianos. A 17 km de ellos están las tropas rusas. Según Inna, en vísperas del 9 de mayo, el Ejército ruso lanzó 20 cohetes contra una ciudad pequeña (antes vivían solo 20.000 personas). Los soldados ucranianos están allí para ser un muro, porque el avance ruso permitiría no solo acercarse a Zaporiyia, pero al mismo tiempo abriría otro camino hacia Donbás. Pero Inna no tiene miedo y lleva desde el arma hasta la comida al frente. Tras evacuar a su familia y sus nietos, dejó las llaves de su casa a los soldados: «Todo lo que encontráis es vuestro ». Para ella, ayudar al Ejércitouc­raniano se ha convertido ahora en la vocación y el objetivo de su vida. Para In na, la guerra empezó en 2014, cuando su marido decidió ir a combatir al Este del país después de que los prorrusos de Donbás se levantaran en armas. Él creía que «a un hombre, la guerra tiene que pillarle con un Kalashniko­v en las trincheras, no en calzoncill­os en su casa». Tras 20 años juntos le pidió apoyarlo en su decisión, y a ella «no le quedó otra opción». Ese año hizo la primera compra para el Ejército.

«No teníamos mucho dinero. En el Ejército ucraniano faltaba de todo, incluso más que ahora. Tengo una pensión por discapacid­ad ya que soy asmática, pero no me llegaba para ayudar a mi marido. Tenía unos pendientes de oro y fui a la casa de empeño. Así que compré unos auriculare­s tácticos para Él», recuerda Inna.

Para ella, lo peor en la vida de la esposa de un soldado es cuando escucha a su pareja decir que« en los próximos días no habrá cobertura» o cuando se despiden. Vadym se despidió dos veces y le dije que le a maría siempre .« Simia mor pu di e

Él decía que la guerra tiene que pillarte con un Kalashniko­v en las trincheras, no en tu casa con calzoncill­os» Inna, 48 años

ra protegerte vivirías eternament­e. Pero no ha sido suficiente», escribió Inna en 2019 en su Facebook. Vadym era el artilleris­ta, junto con su equipo, distrajo al enemigo mientras los explorador­es hacían su trabajo. Le llamaron «Avispa» porque siempre «picaba» con precisión. «Pensamos que íbamos a alcanzar la vejez y pasarla juntos, pero estaré sola. No he superado su muerte aún: no me ayudan ni los psicólogos. Con 46 años me hice mi primer tatuaje con un ángel y puse en él la palabra ‘Avispa.’ Cada vez que voy al frente me siento más cerca a él», comenta Inna.

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AP Putin acompañado por su aliado el presidente bielorruso
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La viuda de Oleksander Makhov, de 36 años, llora sobre su ataúd en la catedral de Kyiv
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