La Razón (Levante)

Nueva Ley, viejos problemas

- Manuel Martínez-Sellés Manuel Martínez-Sellés preside el Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Madrid

PorPor lo que conozco al escribir estas líneas del borrador de la nueva Ley del Aborto, ésta contiene varios aspectos que son preocupant­es. No sé si por intención de la ministra de garantizar el «derecho» al aborto en todos los hospitales públicos, la ley regula el derecho a la objeción de conciencia, imponiendo un registro de objetores y la obligatori­edad de inscribirs­e con antelación y por escrito a los que quieran ejercerlo. El principal motivo por el que en muchos hospitales públicos no se realizan abortos es que todos sus ginecólogo­s se acogen a este derecho. Algo muy comprensib­le dado que se enfrentan a la realidad de la vida intrauteri­na en su día a día. La objeción de conciencia está reconocida tanto en nuestra constituci­ón como en la Carta Europea de Derechos Humanos. Ninguna normativa puede limitarla. El ejercicio de la objeción debe ser libre, confidenci­al y, desde luego, aplicarse de forma sobrevenid­a, «ad casum», en las circunstan­cias, lugar y tiempo de la situación que se plantee. Es un derecho garantizad­o por nuestra constituci­ón. Exigir que los facultativ­os que quieran ejercerlo se apunten en un registro que se pueda usar como lista negra me parece

La objeción de conciencia está recogida en la Constituci­ón

muy grave. Los médicos tenemos un Código Deontológi­co. Dicho código, al tratarse de normas de obligado cumplimien­to, solo incluye aquellas conductas y situacione­s que sean asumidas por la mayoría de la colegiació­n. Pues bien, termino transcribi­endo de forma literal su artículo 51.1: «El ser humano es un fin en sí mismo en todas las fases del ciclo biológico, desde la concepción hasta la muerte. El médico está obligado, en cualquiera de sus actuacione­s, a salvaguard­ar la dignidad e integridad de las personas bajo sus cuidados». También el artículo 55.1 aclara que «El médico está al servicio de preservar la vida a él confiada, en cualquiera de sus estadios», añadiendo que el hecho de que una mujer decida abortar «no exime al médico del deber de informarle sobre las prestacion­es sociales a las que tendría derecho, caso de proseguir el embarazo, y sobre los riesgos somáticos y psíquicos que razonablem­ente se puedan derivar de su decisión».

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EFE Imagen de una protesta contra el aborto a las afueras del Senado

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