¿Combustibles fósiles contra el cambio climático?
ElEl cambio climático es, sin duda, una de las grandes amenazas de nuestro tiempo, pero ¿la tratamos como tal? Si analizamos las veces en que los medios deciden dar voz a este tema, veremos que buena parte de ellos se reducen a una enumeración de catástrofes que están por llegar. Las pruebas son rotundas y los estudios científicos coinciden en su práctica totalidad: el cambio climático es real y buena parte se debe a la acción humana. Ya está habiendo consecuencias económicas, sanitarias, agrícolas y, por supuesto, en la biodiversidad. Sin embargo, cuando hablamos de una amenaza, no nos limitamos a describir sus grandes garras y afilados dientes, en algún momento hablamos de las soluciones, pero permanecen en un segundo o tercer plano. Una de las bazas más fuertes que tenemos entre manos y de la que, curiosamente, apenas hablamos, es la de los sumideros de carbono, y ese es precisamente el tema de un nuevo artículo científico, donde informan de un nuevo avance en este abordaje contra el cambio climático. Una de las acciones en las que más insiste el último informe del IPCC es, precisamente, la apuesta por conservar, recuperar y diseñar sumideros de carbono. Lugares donde atrapar buena parte de nuestras emisiones de dióxido de carbono para así retirarlas de la atmósfera. Una de las soluciones más recurridas han sido los créditos de carbono, por los cuales, las empresas se comprometían a plantar árboles que capturaran este gas. Muchos de los bosques que se están quemando en Australia y California habían sido plantados para atrapar carbono, lo que ha empujado a apostar por ecosistemas sin incendios, como el mar.
El carbono azul se refiere a esos grandes ecosistemas acuáticos cargados de diminutas algas, plantas acuáticas y otros organismos capaces de hacer la fotosíntesis y atrapar incluso más dióxido de carbono que las grandes selvas. De hecho, los océanos son los principales sumideros de carbono del mundo. Estos absorben cerca de la mitad del carbono que emitimos a la atmósfera y lo acaban integrando entre las rocas y sedimentos del fondo marino. Parte de la solución debe ser, por lo tanto, conservar sanos estos ecosistemas y mantener sus poblaciones de plancton, peces, corales y demás seres marinos. Ahora bien, estos sumideros no son suficientes y, los estudios más recientes indican que debemos apostar por el desarrollo de nuevas estrategias artificiales.
Los expertos buscan una colección de sustancias que reaccionen entre sí captando dióxido de carbono del aire. En estos procesos, se busca que los productos de la reacción no sean contaminantes, por supuesto, y que tengan algún valor, por ejemplo, como combustibles. Y, en el caso de esta nueva investigación, han logrado producir ácido fórmico, que reduce el dióxido de carbono atmosférico y nos proporciona cierta cantidad de combustible. Es la primera vez que se logra obtener ácido fórmico de este modo utilizando un catalizador basado en hierro, esto es, una sustancia que facilita que la reacción de interés tenga lugar y que, en este caso, utiliza un mineral de óxido de hierro llamado goethita, que resulta ser barato, inocuo, reciclable y bastante común. Este, junto con una sustancia llamada «alúmina» ayudan a transmitir los electrones captados de la propia luz y, con ellos, transformar el dióxido de carbono en el famoso ácido fórmico, añadiendo a la molécula dos átomos de hidrógenos.