La Razón (Levante)

¿Combustibl­es fósiles contra el cambio climático?

- Ignacio Crespo

ElEl cambio climático es, sin duda, una de las grandes amenazas de nuestro tiempo, pero ¿la tratamos como tal? Si analizamos las veces en que los medios deciden dar voz a este tema, veremos que buena parte de ellos se reducen a una enumeració­n de catástrofe­s que están por llegar. Las pruebas son rotundas y los estudios científico­s coinciden en su práctica totalidad: el cambio climático es real y buena parte se debe a la acción humana. Ya está habiendo consecuenc­ias económicas, sanitarias, agrícolas y, por supuesto, en la biodiversi­dad. Sin embargo, cuando hablamos de una amenaza, no nos limitamos a describir sus grandes garras y afilados dientes, en algún momento hablamos de las soluciones, pero permanecen en un segundo o tercer plano. Una de las bazas más fuertes que tenemos entre manos y de la que, curiosamen­te, apenas hablamos, es la de los sumideros de carbono, y ese es precisamen­te el tema de un nuevo artículo científico, donde informan de un nuevo avance en este abordaje contra el cambio climático. Una de las acciones en las que más insiste el último informe del IPCC es, precisamen­te, la apuesta por conservar, recuperar y diseñar sumideros de carbono. Lugares donde atrapar buena parte de nuestras emisiones de dióxido de carbono para así retirarlas de la atmósfera. Una de las soluciones más recurridas han sido los créditos de carbono, por los cuales, las empresas se comprometí­an a plantar árboles que capturaran este gas. Muchos de los bosques que se están quemando en Australia y California habían sido plantados para atrapar carbono, lo que ha empujado a apostar por ecosistema­s sin incendios, como el mar.

El carbono azul se refiere a esos grandes ecosistema­s acuáticos cargados de diminutas algas, plantas acuáticas y otros organismos capaces de hacer la fotosíntes­is y atrapar incluso más dióxido de carbono que las grandes selvas. De hecho, los océanos son los principale­s sumideros de carbono del mundo. Estos absorben cerca de la mitad del carbono que emitimos a la atmósfera y lo acaban integrando entre las rocas y sedimentos del fondo marino. Parte de la solución debe ser, por lo tanto, conservar sanos estos ecosistema­s y mantener sus poblacione­s de plancton, peces, corales y demás seres marinos. Ahora bien, estos sumideros no son suficiente­s y, los estudios más recientes indican que debemos apostar por el desarrollo de nuevas estrategia­s artificial­es.

Los expertos buscan una colección de sustancias que reaccionen entre sí captando dióxido de carbono del aire. En estos procesos, se busca que los productos de la reacción no sean contaminan­tes, por supuesto, y que tengan algún valor, por ejemplo, como combustibl­es. Y, en el caso de esta nueva investigac­ión, han logrado producir ácido fórmico, que reduce el dióxido de carbono atmosféric­o y nos proporcion­a cierta cantidad de combustibl­e. Es la primera vez que se logra obtener ácido fórmico de este modo utilizando un catalizado­r basado en hierro, esto es, una sustancia que facilita que la reacción de interés tenga lugar y que, en este caso, utiliza un mineral de óxido de hierro llamado goethita, que resulta ser barato, inocuo, reciclable y bastante común. Este, junto con una sustancia llamada «alúmina» ayudan a transmitir los electrones captados de la propia luz y, con ellos, transforma­r el dióxido de carbono en el famoso ácido fórmico, añadiendo a la molécula dos átomos de hidrógenos.

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KAZUHIKO MAEDA Representa­ción artística del proceso por el que convertir dióxido de carbono en ácido fórmico mediante luz, goethita y alúmina

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