No le llamen agujero negro, porfa

Dijo Albert Einstein que «los agujeros negros son más extraños que cualquier cosa imaginada por los escritores de ciencia ficción». Podría servir como definición del presi. Descubierto Sagitario A*, el agujero negro del centro de nuestra galaxia, los científicos explican que «no sabemos lo que sucede ahí dentro, ni lo que hay, pero intuimos que la materia alcanza un estado en el que pierde su naturaleza tal y como la conocemos». Miren por donde, le grito al televisor, esos agujeros negros que lo engullen todo sin piedad pueden servir como perfectas analogías del poder sanchista con sus estrellas asociadas.

Como Núñez Feijóo se ha puesto cañero (llamó a Sánchez caricatura), antes de que se le ocurra decir con su fina ironía gallega que Él es el gran agujero negro que está devorando lo que resta de España, Bolaños ha encargado a Isabel Rodríguez que aclare con su dulce sonrisa que Sánchez es el líder europeo (un solete) que va a conseguir que bajen el gas, el pan, los tomates, las chuletas y los boquerones de una tacada. Él no es, dirán, el agujero negro que absorbe toda nuestra energía, al contrario: nos da la luz a un precio justo y nos deslumbra cada día con su firmeza ante las exigencias de ERC y Bildu. Solo el CNI sabe lo contundentemente que se opuso a la pretensión de Mertxe Aizpurua de acudir a Eurovisión representando a Euskadi con una versión rapera del «Guernikako arbola». Y no digamos nada de cómo frenó a Rufián, que quería ir con una de Lluis Llach.

Y si le preguntaran sobre el tema, que no sucederá, podría responder tranquilamente: «Aquí la que engulle espacios para mí es Yolanda, pero va mayormente toda de blanco».