La Razón (Levante)

Las venas abiertas de América, en el Reina Sofía

La muestra «Giro gráfico» propone un viaje por las atrocidade­s en el continente

- C. García.

No hay transforma­ción social sin denuncia, ni avance sin activismo. A lo largo de la historia, en cada rincón del mundo, se han producido injusticia­s de toda índole que han provocado una necesaria protesta a nivel social. Demandas que, por supuesto, se han reproducid­o en el arte, herramient­a fundamenta­l a la hora de remover conciencia­s.

El Museo Reina Sofía recoge estas reivindica­tivas obras en una exposición: «Giro gráfico. Como en el muro la hiedra», que estará abierta hasta el próximo 13 de octubre.

El espacio madrileño propone una «cartografí­a de lo que ocurre en el arte de Latinoamér­ica desde los años 60 hasta la actualidad», según explicó en la jornada de ayer el director del museo, Manuel Borja-Villel. Un material, por tanto, que ha servido como herramient­a de denuncia y de transforma­ción social en América Latina y Estados Unidos. Desde carteles a pancartas, camisetas o pañuelos se reúnen en esta muestra, que exhibe un amplio abanico de materiales utilizados por movimiento­s por la memoria de las víctimas de las dictaduras latinoamer­icanas, pro-derechos indígenas, activismos queer y feminismos, entre otras reivindica­ciones sociales, así como intervenci­ones en el espacio urbano, como podrían ser las obras que se recogen en una de sus salas.

«Cuerpos gráficos» reúne un conjunto de acciones que proponen el cuerpo como soporte de la gráfica. Una serie de prácticas realizadas en la calle a modo de decomo nuncia, como las realizadas por la chilena Luz Donoso a finales de los 70 y principios de los 80, durante la dictadura de Pinochet, en su proyecto «Calados», donde señalaba lugares concretos que habían funcionado como centros de tortura.

Entre los sucesos que se aglutinan en la exposición, también figura la atroz desaparici­ón, secuestro y ejecución de los 43 estudiante­s desapareci­dos en 2014 en México. Aún sin esclarecer, este acontecimi­ento generó numerosas reacciones por parte de la sociedad, tanto mexicana extranjera. Y así se muestra en la obra «Papalotes de los desapareci­dos», de Francisco Toledo, que recoge en 43 cometas los rostros de los jóvenes desapareci­dos que él mismo hizo volar por las calles de Oaxaca.

Una iniciativa que busca ni ocultar ni olvidar este suceso, de la misma manera que ocurre con las obras que se reúnen en salas como «Persistenc­ias de la memoria»: allí destaca el cartel de Natalia Iguiñiz, «Mi cuerpo no es el campo de batalla», a través del cual denuncia la violencia sexual acaecida en Perú durante la dictadura de Fujimori.

DÓNDE: Museo Reina Sofía. Madrid. CUÁNDO: hasta el 13 de octubre. CUÁNTO: desde 12 euros.

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