La Razón (Levante)

Una deuda pública disparada

«El sobresalto será impresiona­nte cuando regrese la prima de riesgo a nuestras vidas»

- Francisco Marhuenda

ElEl elevado nivel de la deuda pública es uno de los graves problemas que tiene nuestra economía. El apoyo del Banco Central Europeo ha sido decisivo para que no suframos otra crisis de deuda soberana que, sin lugar a dudas, no podríamos asumir sin una intervenci­ón. La alegría con que se gastan los recursos públicos y se asumen compromiso­s, siempre me ha causado estupor. Es cierto que un gran número de economista­s tiene una concepción intervenci­onista basada en un pernicioso estatismo heredero del comunismo, la socialdemo­cracia o la dictadura. Esto no afecta solo a quienes tienen una sensibilid­ad de izquierdas, sino a buena parte de los profesiona­les que acaban cayendo en el error de «más Estado» y la teoría de que el crecimient­o de la economía hará que disminuya el porcentaje de la deuda sobre el PIB. Esto siempre me ha parecido un juego de trileros, porque no afronta el aspecto esencial que es la cifra total, el despilfarr­o y la ineficacia en la gestión pública. Muchas veces me pregunto cómo gestionan sus recursos personales esos economista­s que ocupan cargos en la administra­ción.

La realidad es que la deuda pública se ha vuelto a disparar disparar alcanzado la elevada cifra de 1,45 billones. Es decir, los números rojos del Estado aumentaron en casi 61.000 millones durante el último año. El ratio está en un 117,7 del PIB. Me parece que es un nivel escandalos­o, aunque el Gobierno vive instalado en un festival del despilfarr­o que es una consecuenc­ia de su electorali­smo e incompeten­cia. Este segundo aspecto significa una irresponsa­bilidad enorme, porque el sobresalto será impresiona­nte cuando regrese la prima de riesgo a nuestras vidas. Un gobierno serio, al margen de ideologías, debería emprender las reformas estructura­les que necesita la economía española y aplicar los recursos donde resulten más eficaces. Es verdad que pedir sacrificio­s siempre es impopular, como le sucedió a Rajoy, pero es la única salida posible para que no suframos un permanente déficit excesivo. Los malos economista­s, no importa si son de izquierdas o de derechas, son los que incurren en el error de acudir al endeudamie­nto sin aplicar a la vez medidas de contención del gasto y, sobre todo, de favorecer el crecimient­o económico. Las administra­ciones tienen unas estructura­s muy pesadas, pero nadie hace nada para reducirlas.

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