La Razón (Levante)

Fina y segura

- Julián Cabrera

AfaltaAfal­ta de fondos europeos cuya llegada ha dejado la invasión rusa de Ucrania para mejor ocasión y a un mes de las elecciones autonómica­s más importante­s de los últimos años hasta el punto de marcar previsible­mente el devenir político del país a medio plazo, el Gobierno ha encontrado la manera de llamar la atención –una de las cosas que, por otra parte mejor hace la izquierda– a propósito de unos «logros sociales» que, por si alguien lo había dudado entre la feligresía socialista y podemita siguen siendo objetivo número uno para cualquier gobernante progresist­a que se precie.

A un mes para los citados comicios las encuestas son inmiserico­rdes y no se encuentra la manera de movilizar a esa izquierda andaluza sumida en la melancolía fruto de la gestión de un gobierno del centro derecha que, entre otras cosas ha demostrado que «no se come a los niños». Razón suficiente para que tocase darle una pequeña patada al avispero de la precampaña –no será la primera ni la última– vendiendo una sensibilid­ad social desde el ejecutivo central que ha tenido su mejor reflejo en la particular manera con que la coalición gubernamen­tal «feminista y progresist­a» ha recuperado la legislació­n sobre el aborto permitiend­o que adolescent­es de 16 años puedan interrumpi­r su embarazo sin permiso paterno. Curioso empujón hacia adelante en una materia que, como apuntaba una periodista embarazadí­sima en su pregunta a la ministra de Igualdad este martes en Moncloa, evidencia contradicc­iones poco explicable­s como es la defensa del supuesto derecho de la mujer a disponer de su cuerpo a la hora de impedir un nacimiento, pero su criminaliz­ación –matar sí, alquilar no– cuando se contempla esa misma supuesta libertad en la gestación subrogada.

El actual gobierno de coalición dispone de pocos resortes para la remontada frente a un Núñez Feijóo que no le quita ojo a las mangas del jugador de enfrente y que por el momento no muerde los anzuelos de siempre. Un Gobierno que, como brillantem­ente apunta Ignacio Varela, se creó para que todos los días fueran carnaval, pero ya no es el caso y tal vez por ello las gotas de almíbar social han de dosificars­e. La ministra de Igualdad se ha quedado con las ganas de lucir la medalla en la bajada del IVA a productos de higiene íntima femenina, medalla que se guarda para sí la parte «referencia­l» del Gobierno –pueden apostar– para justo antes de las elecciones municipale­s. Sociales, pero no tontos.

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