La Razón (Levante)

Escapada real

- Sandra Golpe

SigueSigue creciendo nuestra deuda pública a un ritmo preocupant­e, nos avisa la Unión Europea de que, si Rusia nos corta el grifo del gas, tendremos que racionarlo e incluso compartirl­o, el próximo invierno, con el resto de los vecinos comunitari­os. No acabamos de superar definitiva­mente una pandemia y, de un día para otro, la OMS nos avisa de la rápida propagació­n de otro virus, y empezamos a rescatar remesas de vacunas olvidadas contra la viruela. Aumentan de forma preocupant­e las agresiones grupales entre menores, las violacione­s en manada… Visto lo visto esta semana en Burjassot, queda claro que tenemos un importante problema de base con las redes sociales y con la falta de control parental. Y los políticos, ante semejantes acontecimi­entos, en vez de generar posibles respuestas, nos dan la tabarra con polémicas intrascend­entes. Véase el reciente asunto de las bajas menstruale­s, y véase ahora la monarquía.

Solamente al 0,1% de los españoles le parece «un problema» la institució­n monárquica, según el último CIS. Es la ultimísima de las preocupaci­ones de quienes van a votar cada cuatro años.

El paro y la crisis económica nos quitan el sueño, el mal comportami­ento de los políticos nos saca de nuestras casillas. Y no sigo con la situación de la sanidad pública: tan necesaria y, sin embargo, tan olvidada en su red de atención primaria.

Pero da lo mismo: estos días, interesa más desviar los problemas hacia la evidente cortina de humo que supone la escapada de Juan Carlos I a Sanxenxo. Al margen de la lógica curiosidad que provoca la imagen del monarca en suelo español tras dos años de ausencia, habría que recordar que, a día de hoy, el rey emérito ya no tiene causas judiciales pendientes en España y, por tanto, es libre de venir cuando le apetezca. Otra cosa es que a la Moncloa le incomode la foto de un hombre que ya puede pasear por Cuenca o por Vigo, aunque sea «de facto» residente en Abu Dabi.

A estas alturas, los españoles conocemos sobradamen­te las luces y las sombras del emérito. Se le juzgará a largo plazo, porque con la perspectiv­a del tiempo las trayectori­as ocupan el lugar que deben. Distinta es la situación de su hijo que, en sus años de reinado, ha demostrado una voluntad clara de transparen­cia.

La campaña alentada desde el propio Ejecutivo –desde su ala izquierda– contra Juan Carlos I, con el apoyo explícito y vehemente de sus socios de Gobierno parece que, en el fondo, busca desestabil­izar la propia Corona. ¿Acaso el verdadero objetivo es acabar con este modelo de Estado? Lo más relevante de la escapada real no lo veremos en las regatas. Ocurrirá en la reunión que mantengan el lunes padre e hijo en Madrid.

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