La Razón (Levante)

Por la calle de Alcalá y por Wall Street

► El gobernador del Banco de España, «por la calle de Alcalá», ejerce, con independen­cia, una «lealtad severa» y su mensaje puede inocomodar pero es moderado y optimista

- Jesús Rivasés

FrançoisFr­ançois René de Chateaubri­and(1768-1848), vizconde, político, poeta –uno de los impulsores del romanticis­mo– y militar entre otras cosas, explicaba que «se prefiere la traición aduladora a la lealtad severa», como recuerda el analista Juan Ignacio Crespo que, desde hace semanas advierte de la tendencia bajista de las bolsas, sobre todo de Wall Street. Chateaubri­and, que colaboró con Napoleón y más tarde se enfrentó a él, sabía de lo que hablaba. Fernando Bécker, catedrátic­o de Economía, próximo a Aznar, sobre todo en la época que presidió Castilla y León, decía que «en política, la cercanía al líder se mide en milímetros» y eso, aunque ahí no entraba, significab­a adulación.

Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, desde y «por la calle de Alcalá», que es donde tiene la sede la institució­n, ejerce con independen­cia una «lealtad severa» que, con frecuencia, despierta recelos en el Gobierno, desde el presidente Sánchez a la vicepresid­enta

Nadia Calviño, que entiende sus argumentos y sus tesis, pero que es inevitable que esté pendiente de la proximidad al líder. Para dar la cara, ahí está el inefable ministro José Luis Escrivá al que le parece poco «sofisticad­o» el análisis del Banco de España sobre las pensiones. El ministro de la Seguridad Social, siempre dispuesto a complacer al presidente y que aspira a más en un futuro cambio de Gobierno, ya soñó con ser gobernador del Banco de España –de cuyo servicio de Estudios procede–, en tiempos en los que nunca habló a favor de indiciar las pensiones.

El Informe Anual del Banco de España es la mejor y más exhaustiva radiografí­a de la economía española y que, incluso desde el lenguaje, a veces enrevesado de los bancos centrales, pone las cosas blanco sobre negro y además hace recomendac­iones y propuestas para el futuro.

El gobernador del Banco de España, con un mandato improrroga­ble de seis años, tiene la ventaja de que no tiene que presentars­e a ningunas elecciones y mucho menos ganarlas. Eso, si quiere, le confiere una libertad y una independen­cia envidiable­s que Hernández de Cos administra con prudencia pero también sin complejos. La economía española tiene problemas y la opción de ignorarlos solo conduce al desastre. También buscar y adoptar soluciones erróneas, que puede dar votos en las siguientes elecciones, pero que sólo serían la semilla de más problemas.

El Informe del Banco de España puede parecer duro a muchos, pero sería «moderado e incluso algo optimista», apunta el economista José Carlos Díez, responsabl­e económico del PSOE entre la primera y la segunda vez de Sánchez en la secretaría general. El gobernador, en la presentaci­ón del Informe pone el dedo en la llaga, pero con el convencimi­ento de que se pueden superar los obstáculos y dificultad­es si existe un verdadero propósito de hacerlo cuando sea el momento.

La inflación y los efectos de la guerra de Putin, son los últimos problemas de la economía española, que se suman al desempleo, la desigualda­d –sí, el Banco de España aborda ese asunto–, el déficit público y la deuda, sin olvidar el espinoso tema de las pensiones y su revaloriza­ción vinculada al IPC que puede empobrecer a todos. Hay además espejismos, como las bonificaci­ones de la tarifa de la luz o de los carburante­s. Son ayudas, pero que benefician sobre todo a las rentas altas. Puede no ser evidente, pero es así. El propietari­o de un coche de alta cilindrada ahorra con los 20 céntimos mucho más que el dueño de un utilitario y, como explica el Banco de España, hay fórmulas para que las ayudas lleguen a quienes lo necesitan. Para eso, también hay que arrumbar mitos, como el recelo español ante los impuestos indirectos –secreto del éxito fiscal y de bienestar de los países nórdicos– y, sobre todo, ante el IVA. Bonificar el IVA no solo no ayuda a las arcas públicas, sino que va en contra de la redistribu­ción. Todo eso, quizá lo ignoren «traidores aduladores» del poder y si lo saben se lo callan, que es justo lo contrario que hacen el gobernador y el Banco de España, aunque su mensaje vuelva a perderse en el desierto político más allá de la calle de Alcalá. Casi al otro lado del mundo, en Nueva York, la bolsa de Wall Street, ha estornudad­o un par de veces. Jerome Powell, el presidente de la Reserva Federal, ya ha explicado que combatir la inflación será «doloroso». Algo similar ocurrirá en la zona euro si los precios no se moderan, pero hay mucha incertidum­bre, como también apunta el Banco de España. Ahora, los estornudos de Wall Street anuncian al menos un catarro global, y cuando todo se complica «la lealtad severa» parece mejor que la «traición aduladora», por la calle de Alcalá y por Wall Sttreet.

En Nueva York, la bolsa de Wall Street ha estornudad­o ya un par de días y eso anuncia, cuando menos, un catarro global en todos mercados más pronto que tarde

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