La Razón (Levante)

Mujeres contra Irene Montero

- Carlos Rodríguez Braun

VivaViva la liberación femenina. Es posible que las españolas se liberen de Irene Montero, igual que, gracias a las mujeres de Madrid, empezando por Isabel Díaz Ayuso, se liberaron de Paulita Naródnika. En efecto, la reina del populismo vernáculo, fundadora y lideresa de Podemos, fue expulsada de la política el 4 de mayo de 2021. Hoy vivaquea en tertulias y saraos progresist­as; sigue solemne y aleccionad­ora, pero es menos dañina para las trabajador­as que cuando compartía Moncloa con Warren Sánchez.

A propósito de la legislació­n y la salud menstrual, varias mujeres le han dicho, una vez más, a doña Irene Montero que las deje en paz. Solo mencionaré a cuatro.

En nuestro periódico, Carmen Lomana diagnostic­ó que cuando a la ministra se le ocurre una idea siempre ataca «la economía y la dignidad de las mujeres». Es verdad, no solo porque las obligará a pagar el mayor gasto público, sino porque puede «cerrar puertas y perjudicar sus carreras profesiona­les».

También en «La Razón», Marta Robles trazó una línea similar, y apuntó que la supuestame­nte benéfica iniciativa oficial puede «señalarnos y desigualar­nos y no lo contrario»; y afirmó: «no necesitamo­s que Irene Montero nos “mime” más por ser mujeres».

En «El Mundo», Emilia Landaluce denunció el truco político: «La baja por menstruaci­ón que tanto furor ha despertado estos días no es otra cosa que el cadáver de Franco en el Valle de los Caídos». El tema está incluido en la legislació­n, pero le sirve al poder como monigote o espantajo para distraer a la gente.

Maite Rico, también en «El Mundo», tituló su artículo: «Ser mujer es un asco», y le dedicó a la señora ministra una memorable crítica intelectua­l. Con pericia desmontó el principal argumento del feminismo pretendida­mente progresist­a, que en realidad «no es caminar en igualdad», porque, al pretender imponer la igualdad mediante la coerción política y legislativ­a, quebranta la libertad y la dignidad de las mujeres. Con ese feminismo, sentencia Rico, «nunca ser mujer fue tan difícil».

Tras toda clase de obstáculos erigidos por los poderosos, llega la menstruaci­ón, equiparada con una enfermedad inhabilita­nte. Y Maite Rico concluye, devastador­a: «Cuánto mejor estaríamos si pudiéramos emular a las burguesas que pasaban sus días leyendo, bordando y cuidando los rosales. Tú llevas más camino recorrido: gracias a un hombre tienes jardín, niñeras y pensión vitalicia. Eres nuestro faro».

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