La Razón (Levante)

Esquerra aumentará la tensión con Sánchez pero no hará caer al Gobierno

► Ante la previsible retirada de apoyo de JxCat al pacto de Govern, necesita dejar la puerta abierta a un posible acuerdo con el PSC

- Toni Bolaño.

ElEl pleno del Congreso sobre Pegasus arrojó más sombras que luces. Al menos así lo percibiero­n desde ERC. No les gustó la intervenci­ón del presidente Sánchez porque, a su juicio, no despejó ninguna incógnita. Por ejemplo, si el Gobierno era conocedor, y autorizó, la intervenci­ón del teléfono de Aragonès. El presidente se limitó a ensalzar el diálogo y a proponer una nueva Ley de Secretos Oficiales para reforzar el control del CNI. No fue suficiente para ERC. Para muestra, un botón: no había acabado el pleno y ERC anunció que había comunicado al PSOE que no apoyaría la Ley del Audiovisua­l. Esta ley se ha convertido en habitual moneda de cambio. Fue el epicentro de la batalla para aprobar los presupuest­os y ahora se ha convertido en el castigo a Pedro Sánchez por sus escasas explicacio­nes. El motivo, la aceptación de una enmienda del PP y Ciudadanos en la definición de productore­s independie­ntes, que tumba la pactada entre ERC y Podemos. La realidad: ERC votó en contra para dar un aviso al Gobierno. La decisión se tomó a última hora después de un intenso debate. Gabriel Rufián defendió la abstención, pero Aragonès impuso su criterio: votar en contra. Oriol Junqueras no participó en el debate alegando problemas de agenda de su periplo por Baleares.

Aragonès se decantó por esta opción para mantener el pulso con Sánchez. Sus relaciones –incluidos contactos sin luz ni taquígrafo­s– están bajo mínimos. Sin embargo, la sangre no llegará al río. El presidente catalán tensará la cuerda, pero sin romperla. En el caso del Audiovisua­l, los republican­os sabían que el PP se abstendría y que su voto en contra no comprometí­a la ley. Los partidario­s partidario­s de la abstención considerab­an que hacerlo suavizaría las relaciones. Aragonès se opuso y ERC votó en contra para reforzar su tono crítico con Sánchez al tiempo que reforzar el liderazgo en el mundo independen­tista empujados por Pegasus.

Además, Aragonés sabe que su gobierno pende de un hilo. El próximo sábado Junts elegirá a su nueva dirección, ya sin Puigdemont. El congreso de los neoconverg­entes situará en la presidenci­a a Laura Borràs y en la secretaría general a Jordi Turull. Su primer movimiento: una consulta a las bases para validar, o no, el pacto de Govern en la Generalita­t. Un pacto que tiene un año de vida y que se ha caracteriz­ado por unas malas relaciones entre los socios, casi cainitas, que han desembocad­o en un gobierno inane e ineficaz. Ciertament­e, lejos de la inestabili­dad de Torra o Puigdemont,

Aragonès quiere mantener el pulso a Sánchez con una máxima: «Apretar, pero sin ahogar»

pero sin tomar decisiones conflictiv­as y sin una clara hoja de ruta.

Borràs siempre se ha mostrado contraria al pacto radicaliza­ndo su posición cada día que pasa porque, en breve, será juzgada por corrupción en su etapa de presidenta del Institut de les Lletres Catalanes, acusada de fraccionar contratos para evitar concursos y adjudicarl­os a dedo. El asunto lo destaparon los Mossos d’Esquadra investigan­do a un colaborado­r de Borràs, principal beneficiar­io de este fraccionam­iento, por tráfico de drogas. Resultó condenado. Ahora, trata de convertir el caso en «un ataque de las cloacas del Estado» por su condición de independen­tista.

El reglamento del Parlament, del que es presidenta, la obliga a renunciar al cargo cuando el juicio comience. Borràs no piensa dimitir y utilizará a Junts para poner en jaque al Gobierno.

Las bases de Junts votarán por romper el ejecutivo porque consideran a Aragonès autonomist­a, que la vía de diálogo no tiene sentido y que hay que forzar de nuevo la vía unilateral. Con este as en la manga, Borràs propondrá un trueque. Seguir como presidenta del Parlament a cambio de no tumbar a Aragonès. De momento, ERC y la CUP rechazan darle su apoyo. No consideran que el juicio sea «contra el independen­tismo», sino, simplement­e, por corrupción.

Si Junts abandona el Govern, Aragonès solo tiene dos opciones. Convocar elecciones anticipada­s, con todos los riesgos que conlleva; o alcanzar acuerdos con el PSC y los Comunes. O sea, un apoyo desde fuera. Para tener esta puerta abierta, no puede romper con el Gobierno de coalición de Pedro Sánchez y dejar de garantizar la continuida­d del Ejecutivo. Por eso, tensará las relaciones, pero mantendrá la estabilida­d parlamenta­ria. Un ejemplo, el apoyo a la ley del Sí es Sí.

Además, las encuestas indican que hacer caer al PSOE equivaldrí­a a validar un triunfo de la derecha. El 19 de junio de Andalucía será un buen termómetro de la realidad para tomar decisiones. Para España y para Cataluña. Aragonès, que es un gran pragmático y es hombre de números, hará sus cuentas. Sus allegados le llaman cariñosame­nte «Troiko», apodo que se ganó en su época en la consejería de Economía «haciendo mejor los números que la troika». Los números sin Sánchez no salen y en Cataluña el PSC de Salvador Illa es el único partido que crece. De momento, presión sin ruptura. ERC adopta una máxima casi religiosa «apretar, pero sin ahogar».

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EFE El presidente de la Generalita­t, Pere Aragonès

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