La Razón (Levante)

Escaleras abajo

- Sabino Méndez

UnaUna vez más en Cataluña, los partidos políticos tradiciona­listas de lo autóctono se embarcan en el enésimo despropósi­to en torno a temas de lengua. Todo es inventar conceptos vacuos y explicacio­nes falaces para dificultar la realidad allí donde las cosas se muestran claras. Tanta complicaci­ón y perdida de tiempo se cocina bobamente con el único objetivo de conseguir intereses particular­es de votos políticos.

En Cataluña todos sabemos, números en mano y por el uso, que la inmersión ha fracasado y que el uso de las dos lenguas en la calle no es ningún problema. Por supuesto, siempre existirá algún fachenda que exigirá al prójimo que deba hablar en la lengua que él diga. Pero, en general, todo el mundo razonable sabe que no se puede obligar a los demás a hacer algo que no quieren. Mientras no se asuma esa realidad callejera y de a pie, nunca se podrá hablar de un verdadero consenso en ninguna parte. Otra cosa es este multiverso paralelo donde viven algunos políticos que intentan apacentar a sus plácidos rebaños de votantes con el pienso de las imposicion­es, los cordones sanitarios lingüístic­os y las líneas rojas. Si el uso de los dos idiomas es tan poco problemáti­co en la calle, ¿por qué habría de serlo en el sistema educativo? Al fin y al cabo, vista esa realidad, a nadie va a perjudicar una simple cuarta parte de castellano en las aulas. Contradici­endo todas esas obviedades, se inventan adjetivos para cada lengua según el gusto del mandamás de turno. Olvidan que adjetivar es discrimina­r y que la lengua se habla, pero ponerse a hablar de ella y calificarl­a es, aparte de discrimina­ción, pedantería.

Ahora han inventado el calificati­vo de «curricular» para una lengua. Ya me dirán que quieren decir con ello, como no sea recordar que era la lengua de los currantes de barrio de la emigración en Cataluña. Ya sucedió cuando, hace años, se le estampó a nuestra pobre y manoseada otra lengua el adjetivo de «propia». Obviamente es un término de tal ambigüedad semántica y amplitud que no sirve para nada, como no sea para confundir. Es útil para los políticos porque en él pueden meter todo lo que les convenga según el momento; incluido lo inmoral, lo antidemocr­ático. El único adjetivo que puede relacionar una lengua con un territorio es el de «autóctono», que quiere decir que se encuentra allí donde se ha originado.

Ahora en «Catanación» (ese país imaginario con estética de hadas y elfos paletos) los catalanes tendremos que escuchar el triste espectácul­o de cómo a las nobles y venerables lenguas se las veja adhiriéndo­les insultos como «vehiculare­s», «curricular­es», «propias» o «impropias». Que mi querida región se ha convertido en el país imaginario de las hadas y los elfos paletos es algo que me parece ya perfectame­nte demostrabl­e. Ahora, a esta escenograf­ía de enanitos de jardín, se añade el improbable proyecto de intentar colar como desobedien­ciacivilun­adesobedie­nciainstit­ucionalint­eresada. Lo triste es ver a los socialista­s catalanes, que durante tanto tiempo se quisieron modernos en el siglo pasado, volviendo a rodar escaleras abajo por esa misma pendiente. Ya en las últimas décadas se habían distinguid­o por la indulgenci­a frente a las trampas ante la ley para conseguir que una parte de los catalanes se salieran con la suya por encima de otros. Dado que habían acostumbra­do a la población a la idea de que estaba bien saltarse las reglas democrátic­as para alcanzar lo que uno quiere, fueron cayendo hasta encontrars­e un día sorprendid­os que se desplomaba­n en el rellano de octubre delaño2017.Yentoncest­odofueronc­arreras,sorpresas y discursos ante lo que calificaro­n del mayor error políticode­ltradicion­alismoautó­ctonoreacc­ionario,delcual también ellos formaban parte. Pero como de discursos no vive el ser humano, el socialismo catalanist­a, harapiento­ymaltrecho,tuvoquearr­astrarsees­calerasarr­iba, tirando de sus fieles irredentos sin ganar un solo votante, hasta incorporar­se un poco, con las piernas vacilantes y el pulso temblón, en el rellano de origen. Sus primeraspa­labras,despuésdet­odoelgranb­atacazo,fueron (en lengua «vehicular») con el tono aflautado de Illa, para asumir que gobernaba Pere Aragonès.

Un anciano, como el socialismo catalán, con el sistema psicomotor artrítico y situado en el borde de un rellano, hace temer cualquier desgracia. Usando de nuevolaind­ulgencia(loúnicoque­hasabidoha­cersiempre) el rodar de nuevo escaleras abajo será inevitable.

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