La Razón (Levante)

Valverde encontró el camino a la 14

► Suyo fue el pase del gol a Vinicius. Tapó la banda derecha junto a Carvajal y se marchó lesionado, sin nada más que dar

- Domingo García.

LaLa primera vez que Fede Valverde se enfrentó al Liverpool jugaba con la camiseta de Peñarol y el rival era el Liverpool de Uruguay. Contra el original, el de verdad, el que ha ganado seis Copas de Europa y en la final de la Champions, el uruguayo jugó con la misma facilidad que si estuviera disputando la Liga de su país.

No le asustan los grandes escenarios a Fede, que al adn uruguayo con el que nació, el de los guerreros que nunca se rinden, le ha añadido el adn del Real Madrid. Un carácter aprendido de manera forzosa a fuerza de remontadas en el Bernabéu y de títulos acumulados en su corta trayectori­a como madridista.

En París, sobre el césped del Stade de France, consiguió estar en todos los sitios. En defensa, alargando las piernas para cortar cualquier balón y convertirs­e en una barrera insuperabl­e en el costado derecho del Real Madrid junto a Carvajal. Entre los dos anularon a dos de los grandes peligros del Liverpool, Robertson y Luis Díaz. Dos particular­es en la final. El colombiano fue sustituido en la segunda parte; el lateral escocés bastante tenía con contener las subidas de Fede.

Y en una de esas llegó el gol del Real Madrid. A la espalda de los laterales, como era previsible. Vinicius la empujó a la red, pero no hubiera llegado hasta allí de no ser por la insistenci­a y la precisión de Valverde.

Lo dejó todo en el campo. El alma y el cuerpo. Se golpeó la cabeza contra el suelo en una entrada de Fabinho y se marchó lesionado, sin haberse guardado nada y sin nada más que ofrecer. Lesionado. Fue un jugador fundamenta­l para que el Real Madrid ganara su decimocuar­ta Copa de Europa. La primera para él, que estaba haciendo la mili cedido en el Deportivo de La Coruña cuando su equipo ganó la última Champions. En Kiev. Y contra el Liverpool.

«Es un jugador que desparrama fútbol», dice de él el selecciona­dor uruguayo, Diego Alonso. Y ha conseguido llenar el único hueco que quedaba libre en la alineación.

Desde muy temprano en la temporada Ancelotti tenía diez puestos decididos. Faltaba uno y por ahí pasaron Bale y Hazard en los primeros partidos del curso. Asensio después y más tarde Rodrygo, el único que le discute el lugar en la alineación a estas alturas.

Ancelotti tenía una duda. «No sé si son más importante­s los que empiezan el partido o los que lo terminan», decía. Y a Rodrygo prefirió guardársel­o para el final.

Para el principio estaba Valverde Un futbolista que dijo una vez «correré hasta que me revienten las piernas». Y que justifica esa respuesta: «Es mi forma de vivir el

El uruguayo ha conseguido hacerse con el único puesto que Ancelotti no tenía decidido

fútbol, de demostrar por qué estoy en el Real Madrid». Pero que no sólo sabe correr: «Además de correr tengo mis cualidades técnicas, sé atacar, sé defender», asegura.

Lo sabe hacer casi todo y casi todo bien. Y sólo tiene 23 años, cumplirá los 24 en julio. A pesar de su juventud tiene un hijo ya, que confiesa que le ha dado estabilida­d. Aunque sigue buscando sus placeres en solitario. Cuando la familia se duerme, se mete en la habitación que tiene preparada para jugar a la videoconso­la. Lo que haría cualquier chaval de su edad que no fuera campeón de Europa por primera vez. Cualquiera que no llevara a su espalda el peso del Real Madrid. Un equipo que ha conseguido su decimocuar­ta Copa de Europa.

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EFE Valverde golpea a la pelota rodeado de jugadores rivales

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