Caos para acceder al estadio
► La final se retrasó 36 minutos por problemas graves de seguridad en la entrada de la afición a Saint Denis
ElEl día había sido perfecto en París para las dos aficiones hasta que se acercó la hora del partido y los problemas para acceder al estadio fueron creciendo tras pasar el primer anillo de seguridad. A pocos minutos del comienzo había muchas gradas vacías en el fondo del Liverpool y la megafonía avisó de que el pitido inicial se retrasaría un cuarto de hora. Fuera se estaban produciendo robos de móviles a los aficionados, que en realidad era una forma de hacerse con entradas, porque todas en esta final eran en formato digital.
Estos problemas iban formando colas y llevaron a la organización a cerrar algunas puertas. Más lejos, en las salidas de las estaciones de tren y metro, también empezaba el caos, con largas colas y embudos que llegaron a poner en peligro la integridad de los hinchas. Muchos nervios y poca ayuda de las autoridades, que se vieron desbordadas en un estadio con muchísimo terreno alrededor y acostumbrado a acoger grandes partidos de la selección gala.
Los aficionados del Madrid estaban en su mayoría ya ubicados, pero los del Liverpool no y en la calle algunos hinchas decidían saltarse las vallas de seguridad para evitar ser aplastados. Entonces la cosa empeoró cuando la Policía optó por los gases lacrimógenos para controlar la situación. El mayor problema se dio en la afición inglesa, que desplazó hasta París cerca de 40.000 aficionados sin entrada, que eran rechazados tras el primer control de seguridad.
Finalmente el comienzo de la final se produjo a las 21:36, y cuando se tenía que estar disputando ya la primera parte estaba Camila Cabello sobre el césped de Saint Denis con la actuación pre partido que estaba prevista. Un show muy visual que quedó deslucido por los problemas fuera del estadio y por la poca atención de los que estaban dentro, impacientes porque comenzase el partido.
Todos los problemas en los alrededores del estadio contrastaron con el plácido día de las dos aficiones en el centro de París. Esta semana se está disputando Roland Garros, pero sólo los carteles del metro y las paradas de autobús lo recordaban. En los últimos tres días, lo único que ha existido en la capital de Francia ha sido el fútbol, la final de la Liga de Campeones. La ciudad se ha ido poco a poco coloreando del rojo del Liverpool y el blanco del Real Madrid. Ya el viernes por la tarde, los alrededores de Saint Denis empezaban a parecerse al Paseo de La Castellana. Los coches con matrícula española empezaban a llegar después de muchas horas de autopista con el frontal lleno de mosquitos aplastados, la mejor confirmación de que hay muchos kilómetros recorridos. Los semáforos en rojo eran el momento perfecto para sacar la bandera del Madrid por la ventana y cantar el «Cómo no te voy a querer». Aunque la mejor muestra de que la afición blanca comenzaba a llegar era el señor que caminaba por la acera con un capote bajo el brazo, símbolo de las celebraciones blancas con Raúl, Sergio Ramos y ahora con Nacho.
Como sucede en estas finales, hay tantas maneras de llegar como aficionados, presupuestos, capacidad de previsión y fe, porque los que antes empezaron a creer que la final era posible pudieron reservar vuelos y habitaciones a precios lógicos. Nada más marcar Benzema el gol de penalti que eliminaba al City, los billetes Madrid-París se dispararon a más de 500 euros, así que empezaron los rodeos. Que iban desde las 15 horas de autobús de una pareja de amigas madrileñas a volar a ciudades relativamente cercanas.
El caso era estar, como el señor que arrastraba con dificultad la maleta y la pierna derecha por el finger del avión en el aeropuerto principal de Bruselas. «Perdón, estoy haciendo un atasco. Me operaron la semana pasada, pero yo llego a París como sea, todo por el Real Madrid», aseguraba.