La Razón (Levante)

El viejo narcisismo del nuevo Warren

- Carlos Rodríguez Braun

HemosHemos comentado ya que Warren Sánchez, el hombre que tiene todas las respuestas, recurre a la paranoia reivindica­tiva: es tan bueno que los malos lo persiguen. Este truco brota de un fundamento del socialismo, que detectó Hayek: la arrogancia. Cuando esta soberbia choca con la realidad de que el pueblo, que los socialista­s siempre pretenden representa­r en exclusiva, una y otra vez se muestra tan desobedien­te que está dispuesto a correr en las urnas a los progresist­as a gorrazos, la izquierda sufre lo que la psicología denomina la herida narcisista.

Para intentar suturar dicha herida, la izquierda recurre a la distorsión de la realidad. No puede ser que el pueblo voluntaria­mente decida darles la espalda. Ha sido obviamente engañado. Y aquí vienen los malos de verdad, que obviamente nunca son los líderes de la izquierda, sino los siniestros poderes ocultos, que señala Warren con frenesí podemita: «Las terminales políticas y mediáticas de estos poderes no son ninguna broma. Tienen una capacidad de tratar de desmoviliz­ar al electorado progresist­a, que saben que es mayoritari­o en nuestra sociedad ». Ahí está la clave: si las trabajador asno les votan, es porque los perverso s las desmoviliz­an. Poco aprecio, desde luego, tienen estos su puestos feministas por la inteligenc­ia de las mujeres.

De no ser por esta falsa conscienci­a, la clase trabajador­a, en vez de votar ala derecha, los votaría a ellos, que son impecables. Declaró Warren a «El

País» sus creencias, sin pestañear: «El Gobierno está de mostrando que se puede responder a estas crisis desde la solidarida­d y la justicia social de una forma mucho más eficaz de como lo hizo la derecha con el neoliberal­ismo después de la crisis financiera. Siempre que ha gobernado la izquierda es cuando se han producido los grandes avances. Con Felipe González fue el Estado del bienestar; con José Luis Rodríguez Zapatero fueron las conquistas de derechos y libertades; y con nosotros tiene que ser la modernizac­ión de nuestro capital humano, con la apuesta por la educación, la independen­cia energética basada en renovables y la transforma­ción digital desde un punto de vista de integració­n social y no de exclusión». Si esto no es narcisismo, que venga Freud y nos lo explique.

Concluyó Warren: «Me voy a dejar la piel por defender el interés de la mayoría ». Igual la mayoríarec­e la, porque teme, con razón, que la meta de Warren sea quitarle la piel a ella.

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