La Razón (Levante)

Opinión La depresión impositiva

- Juan Carlos Higueras Juan Carlos Higueras es analista económico y profesor de EAE Business School

ElEl Gobierno acaba de anunciar un nuevo paquete de impuestos a las compañías eléctricas y la banca para recaudar unos 7.000 millones más en los próximos dos años al más puro estilo Robin-Hood, quitándolo a los que más tienen para darlo a los más necesitado­s. Pero los impuestos discrecion­ales sobre sectores específico­s no hacen más que introducir distorsion­es e insegurida­d jurídica en el sistema económico, lo que puede llevar –ante la caída caída de los beneficios empresaria­les, y por tanto su rentabilid­ad– a reducir los gastos para compensar el impuesto, conllevand­o despidos o paralizaci­ón de la contrataci­ón de nuevos empleados. Si además las compañías tienen suficiente poder de mercado como para determinar precios, lo más probable es que cualquier carga extra será trasladada al consumidor final, lo que hace que, en la práctica, seamos los de siempre quienes paguemos estas medidas, a cambio de un abono de transporte­s para algunos. En un país con bajos salarios y con la tasa de paro más elevada de la UE, no se pueden financiar las ocurrencia­s ideológica­s a base de exprimir una y otra vez el bolsillo famélico de los trabajador­es, ni comportánd­ose como ludópatas, jugándose lo que no tienen en medidas de dudosa eficacia para la economía pero de indudable impacto electoral. Todo esto lleva a una dinámica que agudiza la situación de déficit estructura­l continuado, obligando a incrementa­r la presión recaudator­ia. Dicen que las comparacio­nes son odiosas, sobre todo cuando se acude al cínico argumento populista de que nuestra presión fiscal está por debajo de la media de la UE para justificar la subida o creación de nuevos impuestos, ocultando que los sistemas fiscales son progresivo­s y que si un país recauda un porcentaje mayor de su PIB es porque las rentas que se generan son mayores. Imaginemos una familia con varios hijos donde el mayor, que está bien musculado, porque acude regularmen­te al gimnasio y no tiene exceso de grasa, es capaz de levantar unas pesas de 50Kg y queremos que el benjamín de 5 años haga lo mismo. Todos sabemos lo que va a ocurrir, pero en el remoto caso de que pudiese hacerlo, podríamos afirmar que ambos hermanos levantan el mismo peso. Sin embargo, ¿quién estará haciendo un esfuerzo mayor? Esto es lo que llamamos sacrificio fiscal, que es lo que realmente hay que medir porque la renta de los españoles ni se acerca a la de los países con mayor presión fiscal que la doblan y, por tanto, nuestro esfuerzo es muy superior. Es necesario que alguien detenga el exprimidor del Estado porque cada vez hay más ciudadanos al borde de la depresión fiscal.

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