La Razón (Levante)

La mujer que derrotó hasta a Nike

► Allyson Felix se despide con un bronce y 30 medallas entre Mundiales y Juegos Olímpicos

- Francisco Martínez

SiSi la elegancia corriendo tuviera nombre de persona se llamaría Allyson y se apellidarí­a Felix. Cada zancada que da la atleta estadounid­ense es como si flotara. No se pelea con la pista, el suelo más que ser un freno la impulsa, y así, levitando, va diciendo a todos los que la llamaban de pequeña «patas de pollo», por las piernas tan delgadas que tenía, que si quieren añadir algo y, en parte, que gracias. Porque ese insulto lo que hizo es darle fuerza en lugar de hundirla, y se convirtió en atleta y no en una más, en una leyenda y casi en eterna, con 11 medallas (7 de oro) en sus cinco Juegos Olímpicos, de Atenas 2004 a Tokio 2020, entre los 200 metros, los 400 y los relevos; un oro en un Mundial Indoor y 18 metales (12 de oro) en Mundiales al aire libre.

El broche de bronce lo logró en su décima participac­ión mundialist­a. Fue la segunda relevista del 4x400 en un día en el que hizo todo el ritual por última vez: el paseo en la cámara de llamadas, pegarse el dorsal, la cinta en el pelo, la cara de concentrac­ión, los saltitos antes de empezar para activarse... Recogió el testigo de Elija Godwin e iban primeros. Felix dio su vuelta final, que no era la de honor, era pura competició­n, y no pudo mantener ese primer puesto, lo entregó segunda, acoapenas sada por la dominicana Paulino, pero nada comparado con lo que le pasaría a su compañera Kennedy Simon. La cuarta relevista estadounid­ense tenía una ventaja considerab­le, pero en los 400 metros quedarse sin energía es agonizar, morir, el cuerpo no responde y cada paso es un mundo. Por detrás la superó Fiordaliza Cofil para dar a la República Dominicana el oro; pero es que además llegó la neerlandes­a Femke Bol para ganar la plata para Países Bajos, y no ser primera por apenas nada, un par de metros le faltaron. Felix se iba con un bronce. No era el mejor final, pero sí era un final feliz. Y sonreía.

Y ese último éxito fue en el Mundial Eugene, la «casa» de Nike. Cosas que tiene el destino.

Porque de los cientos de carreras que ha ganado Allyson Felix, la que considera más importante no fue en el tartán. Si los insultos no la amilanaron de niña y las rivales pudieron con ella de adulta, el gigante que es Nike, marca deportiva por excelencia, con mucho poder en Estados Unidos, también cedió. En 2017 la atleta decidió que quería ser mamá, algo que algunas compañeras definían como «el beso de la muerte» en su deporte. En 2019, varias corredoras denunciaro­n que Nike les había dejado tiradas después de dar a luz. Fueron Alysia Montaño, cuya imagen disputando un 800 en los trials con una barriga de ocho meses dio la vuelta al mundo, y Kara Goucher, que explicó que tenía que dejar a su hijo recién nacido enfermo en el hospital para salir a entrenar porque si no competía no iba a poder cobrar. Felix, que es una superestre­lla, decidió unirse a la pelea y en una columna del «New York Times» habló de su caso: que tuvo que ocultar su embarazo por temor para poder seguir compitiend­o y que estaba en negociacio­nes para renovar con la marca y le dijeron que le iban a reducir el dinero un 70 por ciento. Eso lo aceptó ella, pero puso una condición: «Le pedí a Nike que me garantizar­a por contrato que no sería castigada si no me desempeñab­a lo mejor posible en los meses que rodearon al parto. Si yo, una de los atletas más comerciali­zadas por Nike, no podía obtener estas proteccion­es, ¿quién podría? Nike se negó», explica en su columna la velocista. En el parto, además, tuvo una cesárea de emergencia a las 32 semanas y su vida y la de la bebé, Camryn, corrieron peligro.

Las protestas se multiplica­ron a raíz de la denuncia de Allyson Felix e incluso hubo una investigac­ión del Congreso. Meses después, Nike anunció un cambio en su política: garantizab­a el pago y las bonificaci­ones durante 18 meses a las atletas que son madres. Otras marcas de ropa deportiva siguieron el mismo camino.

Allyson Felix, por supuesto, abandonó Nike e incluso creó su propia empresa de calzado, Saysh. Se convirtió además de en una gran atleta, en un referente social. Después de ganar el último bronce, con la bandera de Estados Unidos arropándol­a, se quitó las zapatillas y las dejó en el tartán. Un símbolo con el que quería decir: «He dejado huella».

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EFE Allyson Felix, enfundada en la bandera estadounid­ense en Eugene

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