La Razón (Levante)

Guerra cainita en la izquierda

- Jorge Fernández Díaz

EsEs un hecho que se define por sí mismo el fulminante cese de Enrique Santiago como Secretario de Estado para la Agenda 2030 tras haber sido reelegido nada menos que Secretario General del PCE (Partido Comunista de España), y hacerlo además aprovechan­do la ausencia de la vicepresid­enta Yolanda Díaz, militante del PCE y «de campaña en NY». Se produce tras la rocamboles­ca situación creada en Andalucía, donde el desencuent­ro entre sus homónimos llegó al extremo de que Podemos no figurara en las papeletas de la candidatur­a de la coalición de un sector de la izquierda «Por Andalucía», al haber presentado la documentac­ión reglamenta­ria «fuera de plazo». El resultado fue que, de los 17 diputados autonómico­s obtenidos en la anterior convocator­ia de diciembre de 2018, ahora han obtenido 7, repartidos 5 y 2 entre uno y otro sector.

Lo sucedido allí es un reflejo de la situación existente a nivel nacional, con Yolanda Díaz promociona­ndo su nueva marca política «Sumar» en abierta hostilidad con UP. Tras invitar a las ministras y dirigentes podemitas a no asistir al acto de lanzamient­o de su proyecto después de meses de «escucha», le han servido la venganza en el ámbito del Ejecutivo, con el citado cese de Santiago y el de Amanda Meyer –hija del conocido comunista– como directora del gabinete de Irene Montero.

Lejana queda la dimisión de Pablo Iglesias y la digital designació­n de su sucesora Díaz como vicepresid­enta y candidata de la marca de la coalición en las próximas elecciones. Antes de Andalucía ya resultó fallida la fotografía de su cartel electoral en Valencia con Mónica Oltra flanqueánd­ola de coprotagon­ista, por lo que de momento no parece que la vicepresid­enta «Sume» mucho, si no más bien que esté gafada su plataforma electoral.

Quien no lo tiene fácil es Sánchez si aspira a que sea ella quien le compense a su izquierda sus pérdidas socialdemó­cratas. La autodestru­cción en guerras cainitas es algo que la izquierda lleva en sus genes políticos, como lo acredita la historia del PCUS trasladada al PCE y al PSOE, y con fiel expresión durante la Segunda República y la Guerra Civil. En 1937 el líder del POUM Andreu Nin pagó con su vida las purgas entre trosquista­s y estalinist­as en el PCUS, mientras el PSOE no se quedaba rezagado y se fracturaba en luchas fratricida­s entre los seguidores de Largo Caballero, Besteiro, Indalecio Prieto y Negrín.

Con estos mimbres políticos el sanchismo quiere perpetuars­e en el poder, apoyado en los secesionis­tas catalanes y vascos. Y España paga el precio de su ambición.

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