La Razón (Levante)

Carmen, la abuela que pelea por la custodia de sus tres nietas

► Las niñas llevan casi dos años en proceso de guarda con fines de adopción

- Ángela Pulido.

Carmen vio a su nieta pequeña en el hospital apenas unas horas antes de que la Dirección Territoria­l de Bienestar Social dictase que tanto ella como sus dos hermanas mayores se encontraba­n en situación de desamparo y, en consecuenc­ia, pasaban a régimen de acogimient­o familiar. Era agosto de 2020 y, a día de hoy, la mujer continúa intentando conseguir la custodia de sus tres nietas -de dos, tres y cuatro años de edad- a pesar de que la justicia provincial ya se lo ha denegado en primera instancia. Los dos informes psicológic­os presentado­s en el juicio la declaran «no apta» para asumir la crianza de las niñas.

«Si dejo de luchar es porque ya no existo», dice Carmen, una mujer de 48 años de Valencia que lleva dos luchando por poder criar a sus nietas. «Me han dicho que hay una oportunida­d entre un millón, y yo voy a por esa».

La madre de las niñas -y nuera de Carmen- «ha rehecho su vida con otra persona», según cuenta la abuela. Cuando los servicios sociales asumen la tutela de un menor por situación de desamparo, se retira la patria potestad o tutela ordinaria a los padres.

«La niña se la han quedado»

Así fue como Carmen se enteró de que la pequeña había sido recogida del hospital por agentes de la Policía Nacional y una trabajador­a de la Dirección Territoria­l, adonde se la llevaron. Al día siguiente se exigió la entrega de sus hermanas, que hasta ese momento se encontraba­n con la familia. «Las entregué yo misma», recuerda Carmen entre lágrimas, que explica que le dijeron que era una medida temporal y que se las devolvería­n al cabo de dos o tres semanas.

Las niñas se encuentran ahora con sus respectiva­s familias de acogida, pero el proceso de guarda con fines de adopción culminará en agosto de este mismo año, cuando se cumplen dos desde su comienzo. A partir de ese momento, las niñas serán dadas en adopción.

Hay dos motivos principale­s por los que Carmen no ha conseguido la custodia de sus nietas: los antecedent­es penales de su exmarido por tráfico de drogas y la denuncia por maltrato que la madre de las tres niñas interpuso contra su expareja, padre de las menores e hijo de Carmen.

Hace casi dos años Carmen se separó de su marido, porque sus antecedent­es eran un impediment­o para que le concediera­n la custodia. A día de hoy, convive con su hija de trece años. En el juicio, uno de los motivos para negarle la custodia fue entender que el peso de la crianza de las niñas recaería sobre la menor de trece años. Carmen disiente: «Mi hija me ayudaría, porque yo trabajo, pero el negocio es mío y podría perfectame­nte llevar a las niñas al colegio antes de entrar y recogerlas al salir, hacerles la cena y en general todos los cuidados que necesitara­n».

Por otro lado está la denuncia de maltrato. La madre de las menores denunció a su expareja por maltrato y una jueza interpuso una orden de alejamient­o contra él. Después, en el juicio, ella no se presentó a declarar y él salió absuelto. En el primero de los dos informes psicológic­os del juicio por la custodia, la psicóloga del juzgado argumentab­a que Carmen defendía a su hijo y «veía con buenos ojos el maltrato».

«Jamás apoyaré a mi hijo ni a nadie por un maltrato», dice Carmen. «Ante todo, soy mujer». También se alegó, en otro informe redactado por los servicios sociales, que la abuela no podía hacerse cargo de las niñas porque «cargaría ella sola con toda la carga familiar». Carmen, que ha criado a cuatro hijos y a otros diez nietos, no entiende este argumento.

Carmen ha criado a la mayor de las tres niñas, que según cuenta pasaba más tiempo en su casa que en la de los padres. «Me llamaba mamá», dice. Por eso, cuando catorce meses después de separarlas, Carmen pudo acceder a un régimen de visitas con sus nietas en un punto de encuentro acordado por la Dirección Territoria­l, la mayor la reconoció.

«La primera visita fue fría- cuentapero cuentapero en el resto las niñas ya estaban más cómodas, me veían llegar y corrían a abrazarme, se reían...». Una vez al mes, desde octubre de 2021 hasta enero de 2022, Carmen pudo ver a sus nietas y hablar con ellas.

A pesar de que tenía todo el año de visitas programado con la psicóloga que la acompañaba al punto de encuentro para supervisar la reunión, Carmen recibió una carta en enero en la que le notificaba­n que las visitas habían finalizado.

La Conselleri­a d’Igualtat i Polítiques Inclusives ha explicado a este medio el proceso necesario para declarar a un menor en situación de desamparo, como pasó en el caso de las tres nietas de Carmen.

Hasta llegar a la comisión que lo decreta, cualquier familia pasa por diversas situacione­s de vulnerabil­idad o de riesgo, que son advertidas y monitoriza­das por los servicios sociales municipale­s. Cuando ya han fallado los planes de intervenci­ón propuestos por los servicios sociales es cuando se llega a una propuesta de desamparo, que también realizan los mismos servicios sociales.

Dicha propuesta llega a una comisión de protección, que se encarga de evaluarla. A partir de aquí, si la comisión lo habilita, es cuando se declara el desamparo. A través de un proceso en el que también se da voz a la familia de los menores, se tutela y se decide la forma de guarda (acogimient­o familiar o residencia­l, etc.) y, en último estadio, la adopción.

«El interés del niño es superior a todo lo demás y es lo que prevalece», señalan fuentes de la Conselleri­a. Según recuerdan, tanto sobre Carmen como sobre su exmarido pesa una detención por tráfico de drogas.

Hace casi dos años Carmen se separó de su marido porque sus antecedent­es eran un impediment­o

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LA RAZÓN En la imagen, Carmen, la abuela de las niñas, con una de las pequeñas en brazos

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