Contracción industrial
ElEl PMI manufacturero de España correspondiente al mes de julio ha entrado en terreno negativo por primera vez en año y medio: en concreto, pasó de 52,6 puntos a 48,7. Recordemos que cuando este índice baja de 50 puntos significa que el sector está en contradicción: en este caso la industria.
No ha sido un mal dato exclusivo de España: Francia también ha caído hasta los 49,5 puntos, Alemania hasta los 49,3 e Italia hasta los 48,5. Incluso China, pese a haber relajado las restricciones sanitarias del Covid, ha sufrido una caída en este índice hasta los 49 puntos.
Parece, pues, que la industria está de retroceso en muchas de las principales economías del planeta. Pero, ¿por qué? Pues porque la inflación está golpeando ya al tejido productivo. Si los costes de muchas mercancías se están encareciendo, una de dos: o las empresas repercuten esos sobredir costes a los precios o se comen los sobrecostes contra sus márgenes.
Por supuesto, todas las compañías querrían poder hacer lo primero, pero eso sólo es viable cuando existe una cierta holgura en el gasto agregado: si el conjunto de la economía no puede gastar nominalmente más (porque, por ejemplo, los bancos centrales están endureciendo la política monetaria y el gasto no es plenamente elástico), entonces no todas las industrias pueden subir sus precios.
Si algunas lo hacen, dado un mismo nivel de gasto agregado, otras no venderán tanto como vendían antes, de modo que algunas empresas sobrevivirán a costa de huna huna otras. De nuevo, pues, regresamos a la conocida disyuntiva a la que ya hemos tenido ocasión de referirnos durante las semanas anteriores: o inflación o recesión. Para lograr que las empresas trasladen sus costes a precios, habrá que soltar la mano con el gasto agregado y ello disparará la inflación; si constreñimos el gasto agregado, las empresas no podrán trasladar sus sobrecostes a precios y tendremos recesión.
Por una vía o por otra, el futuro inmediato no luce bien.
Juan Ramón Rallo es profesor del IEBS y analista